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Avi Loeb, destacado astrónomo de Harvard, había remecido las columnas de la ciencia al proponer en su libro 'Extraterrestre: la humanidad ante el primer signo de vida inteligente más allá de la Tierra' (febrero 2021) que el Oumuamua, primer objeto extrasolar en acercarse a nosotros, era una sonda alienígena.
En un artículo publicado en la plataforma de Scientific American, el polémico científico volvió a acaparar portadas de diarios al barajar la posibilidad de que una civilización de clase A haya creado nuestro universo en un laboratorio. ¿Qué tan factible es esta hipótesis?
Avi Loeb, científico de Harvard, trata de responder si había algo antes del Big Bang
Pese a que desde pequeños nos han enseñado que el universo surgió con el Big Bang, pocas veces nos aclararon que solo se trata de una probabilidad entre muchas. Pero hay una pregunta todavía más potente: ¿qué había antes? Unos postulan a una divinidad; otros, a la existencia de una civilización inteligente de clase A, capaz de diseñar estructuras de universos como el nuestro.
Ante la interrogante, el fallecido astrofísico Stephen Hawking subrayó tajantemente que no tiene sentido pensar en un "antes" del nacimiento del cosmos. "No hay nada al sur del Polo Sur, así que no había nada antes del Big Bang (hace 13.000 millones de años)", había dicho el divulgador científico y autor de best sellers como 'Breve historia del tiempo'.
Por otro lado, el siempre polémico profesor Abraham Loeb, más conocido como Avi Loeb, en un artículo de opinión en Scientific American, sugirió que el cosmos podría ser un "universo bebé" creado en un laboratorio. Así como lo lees. Su idea es parecida a la hipótesis de que toda la materia se trata de una simulación.
Loeb no tiene reparos a la hora de expresar sus convicciones, nada lo detiene en difundir sus creencias aunque suenen disparatadas. Él es autor del libro 'Extraterrestre: la humanidad ante el primer signo de vida inteligente más allá de la Tierra'. En los capítulos de la publicación, manifiesta que el objeto interestelar Oumuamua, el primero en entrar al sistema solar, podría ser una sonda artificial enviada por seres alienígenas para la exploración de otros mundos.
Tanta ha sido la repercusión de sus declaraciones que iniciativas serias decidieron asumir el reto de conocer la verdad. Se calcula que el Oumuamua se aleja del sistema solar a una velocidad media de 26,5 kilómetros por segundo. El Proyecto Lyra va caminando como ermitaño sobre las arenas del desierto. Propuesto por la Iniciativa de Estudios Interestelares (i4is), la propuesta se desarrollará como parte de la Fase I del programa de Conceptos Avanzados Innovadores (NIAC) de la NASA.
¿Qué había antes del Big Bang? Avi Loeb responde
Hay diversas sugerencias de cómo se originó el universo: algunos astrofísicos sostienen que su expansión es infinita; otros defienden que se contraerá porque la materia oscura le ganará la partida a la energía oscura en un evento llamado Big Crunch. Tal vez con el Big Crunch finalice el universo como si alguien aplastara una hamburguesa con dos panes a cada lado. Sin embargo, puede que el cosmos sea cíclico, es decir, explosionaría e implosionaría por la eternidad. Asimismo, se propone que nuestro universo nació de la materia colapsada dentro de un agujero negro en otro universo o, de un modo más exótico, que es parte de un multiverso.
Loeb presenta una idea inquietante: nuestro universo podría haber sido creado en un laboratorio por una civilización avanzada. Esta teoría se basa en que, dado que el universo tiene una geometría plana y una energía neta cero, podría haber sido gestado de la nada mediante un túnel cuántico. Para él, ello no depende del principio antrópico, el cual dicta que el universo está ajustado para que el ser humano viva y disfrute de la creación, sino del principio copernicano, en cuyo caso se afirma que no somos especiales.
"No poseemos una teoría predictiva que combine los dos pilares de la física moderna: la mecánica cuántica y la gravedad. Pero una civilización más avanzada conseguiría esta hazaña al dominar la tecnología de crear universos bebé", escribió el profesor de la Universidad de Harvard.
En el futuro estaríamos tan avanzados que podríamos crear un universo como este
Actualmente, la humanidad no tiene la capacidad tecnológica para replicar las condiciones cósmicas que llevaron a nuestra existencia; pero, en el futuro, podríamos llegar a ser una civilización de clase A (o Tipo V) capaz de crear universos bebé en laboratorios. Según Loeb, aunque estas ideas puedan parecer optimistas, la posibilidad de la procreación cósmica ofrece una perspectiva inspiradora sobre nuestro lugar en el cosmos.
"Con esta perspectiva, el nivel tecnológico de las civilizaciones no debería medirse por la cantidad de poder que aprovechan, como sugiere la escala prevista en 1964 por Nikolai Kardashov. En cambio, debería medirse por la capacidad de una civilización para reproducir las condiciones astrofísicas que llevaron a su existencia", apunta Loeb.
La escala original de Kardashov contempla lo siguiente, según el estado evolutivo de las razas:
- Tipo I. Civilizaciones que aprovechan la energía del planeta.
- Tipo II. Civilizaciones que extraen energía de su sistema solar.
- Tipo III. Civilizaciones que se beneficien de la energía de toda su galaxia madre.
A este listado, se le suman dos tipos más, aunque no de manera oficial:
- Tipo IV. Civilizaciones que manipulan la energía de su cúmulo galáctico o del universo visible.
- Tipo V. Civilizaciones que viajan entre el multiverso a su gusto.
En su artículo, dijo que somos una civilización tecnológica de bajo nivel, clasificada como clase C en la escala cósmica: no hemos recreado ni siquiera las condiciones habitables de nuestro planeta para cuando el sol muera. Peor aún, podemos ser etiquetados como clase D —advierte el científico—, ya que estamos destruyendo descuidadamente el hábitat natural en la Tierra a través del cambio climático.
Michio Kaku, físico teórico de origen japonés que difundió la Teoría de Cuerdas, opina que los humanos recién alcanzarían el Tipo I en 100 o 200 años. Sea como sea, no hemos alcanzado ni la infancia de la evolución.