Un incómodo visitante
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, inicia este martes una visita a Washington sin precedentes, semejante a la llegada de un molesto pariente lejano en un momento de riña familiar. En realidad, el horno no está para galleticas en la capital de Estados Unidos.
Netanyahu llega a Washington mientras Biden se retira de la carrera presidencial. Y viajó en respuesta a una invitación formulada semanas atrás por los líderes republicanos del Congreso, es decir, del Senado y la Cámara de Representantes, opositores del mandatario, inconformes con sus iniciativas para detener la impopular ofensiva genocida de Tel Aviv en Gaza y Cisjordania.
Como viejo zorro conocedor de los vaivenes tras bastidores de la política estadounidense hacia Oriente Medio, y el jugoso negocio de las ventas de armas, expertos opinan que Netanyahu viajó en busca de fortalecer su posición personal, incluso a expensas de posibles daños para Biden.
Y hay quienes consideran que los cambiantes vientos políticos en EE. UU. podrían fortalecer a Netanyahu, en un momento crucial en las negociaciones del cese del fuego y la liberación de rehenes en Gaza.
Biden ha defendido el derecho de Israel a librar una guerra contra el Movimiento de Resistencia Palestina Hamás, pero ha criticado al Primer Ministro sionista por su gestión del conflicto, en particular el excesivo número de muertos en la población civil, uno de los motivos de las masivas protestas en las universidades y las calles de infinidad de ciudades contra el respaldo de Estado Unidos a Israel.
En todo caso, medios bien informados en la capital norteamericana dijeron que el grupo demócrata judío respalda a la vicepresidenta Kamala Harris y elogia a Biden por «pasar la antorcha».
A su vez, trascendió que los multimillonarios judíos George y Alex Soros respaldan la candidatura de Kamala Harris a la presidencia.
Sin embargo, Netanyahu llega al Congreso acusado por la Corte Penal
Internacional de provocar hambruna en Gaza, lo que puede traducirse en cualquier momento en una orden de captura.
¿Qué pasaría si eso ocurre durante la estancia del Primer Ministro sionista en Estados Unidos?
A juzgar por sus declaraciones la víspera del viaje, Netanyahu viene a cobrar por servicios prestados, sabe muy bien que Israel es el principal instrumento de dominio e influencia de los intereses de Estados Unidos en Oriente Medio y poco le importa si la nave de Biden se hunde.
«Estoy realizando una visita importante a Estados Unidos porque Israel está luchando en siete frentes y en un momento de gran incertidumbre política en Washington», dijo Netanyahu antes de despegar.
«Israel es el aliado más importante de Estados Unidos», enfatizó.
La actual campaña de Israel contra Hamás pulverizó la Franja de Gaza, provocó decenas de miles de muertes y una catástrofe humanitaria en expansión.
Las acciones legales internacionales contra Israel y su Gobierno de derecha se han intensificado.
La Corte Internacional de Justicia, el brazo judicial de la Organización de Naciones Unidas (ONU) está procesando un caso que acusa a Israel de practicar actos genocidas. Asimismo, dictaminó el viernes último que Israel debería poner fin a su ocupación del territorio palestino y desmantelar sus asentamientos, a los cuales declaró ilegales. Ese es un indiscutible fracaso político para Netanyahu.
Las conversaciones aún no han dado como resultado el alto el fuego deseado por los palestinos y gran parte de la comunidad internacional, o la liberación total de los rehenes israelíes que una gran mayoría de los ciudadanos en el Estado hebreo reclama semana tras semana en manifestaciones y marchas callejeras.
Al cabo de 290 días de una guerra devastadora, que ha causado más de 39 000 muertos, en su mayoría civiles, así como cerca de 80 000 heridos, Netanyahu sufre un desgaste político irreversible y posiblemente está sea su última visita oficial a Estados Unidos.