Se presenta el equipo de gimnasia artística con buena cara y mejores ánimos. Están en París 2024 y ya sabe a triunfo. Centrados en su competición, por supuesto, no dejan de sentir que es un regalo que se han ganado con un resurgir de donde muchos no hubieran salido. No es fácil clasificarse para unos Juegos Olímpicos aun sin tener ningún contratiempo en la preparación. Y los gimnastas españoles los tuvieron «todos» en este camino: accidentes, miocarditis, lesiones nuevas y recuerdos de antiguas que se han olvidado al pisar la Villa . Están aquí. Hoy, ahora, en este segundo. Y es lo que importa. Joel Plata ni siquiera recuerda aquel accidente. Se quedó grabado en su piel, cicatriz en el muslo derecho, y en la mente, también en la de sus compañeros, pues todos iban en el vehículo que aquel 16 de marzo de 2023 perdió una rueda. Plata fue el más perjudicado: salió despedido por el cristal y sufrió una triple fractura de fémur. «Tengo muchas lagunas. Acabábamos de llegar a Oporto, y nos estaban trasladando al sitio de competición. Y fue cuando una de las ruedas de la furgoneta revienta, nos pusimos a dar eses y vueltas de campana y yo pierdo la conciencia. No recuerdo nada más. Cuando la recupero es al día siguiente, ya operado y con mi familia», comentaba Plata a este diario. A partir de ahí: recuperar a Joel primero, al gimnasta después. Surgieron mil dudas, pero se centró solo «en lo que podía hacer cada día para estar mejor con la pierna». «Algo que me venía muy bien cuando estaba mal era entrenar, con las muletas y todo, pero me subía a los aparatos. Requería tanta concentración que te obliga a no pensar en otras cosas». Ahora tampoco piensa en aquel día. «Este Joel es el Joel que está a punto de empezar sus segundos Juegos Olímpicos. Nada de lo anterior importa ni entra en lo que queremos lograr». Es hacer real un sueño por el que trepa desde los cinco años, cuando lo sorprendió su madre encaramado a un tercer piso después de subir por las tuberías de la pared. Después de todo lo ocurrido, elige con los ojos cerrados la final por equipos, donde España no ha conseguido nunca plaza, antes que una individual, a pesar de su bronce en barra en el Europeo en 2022. En enero de 2021, Anita Pérez (25 años) se rompió los dos pies. A siete meses de Tokio 2020, una caída fortuita con una cama elástica supuso una fractura del metatarsiano de un pie y los ligamentos del tobillo del otro. Hubo soluciones parciales y parches, pero para una recuperación absoluta solo existía una solución: pasar por el quirófano, sin ninguna garantía de que pudiera volver a saltar. Aguantó lo que pudo, pero no le alcanzaban las fuerzas y sí el dolor. Así que decidió ser persona, no gimnasta, y en enero de 2022 se sometió a la operación y a una rehabilitación costosísima de las que dejan factura mental. Sin querer ver a nadie, sin querer hablar con nadie, sin querer saber de la gimnasia, claro, que quedaba demasiado lejos en ese día a día de no poder hacer prácticamente nada sin ayuda. «Estar aquí es un premio», relataba estos días la gimnasta, que ofrecerá un salto acorde a lo que ha podido desarrollar en esta vuelta a su vida deportiva, su vida: «Por la lesión no he podido recuperar el salto de doble pirueta y no sé si en el futuro lo haré. De momento, solo haré lo que mis pies me permiten», argumentaba consciente de haber superado una lesión muy grave y el miedo irracional a volver a recaer que dejan estas cicatrices. «Para cualquier otra persona el batacazo de perderse Tokio, de donde quería retirarse, la lesión en sí, una rehabilitación muy dura hubiera sido demasiado… Pero ella se levantó, con la intención de decir 'que sea yo la que decida irme, no una lesión'. Es una mujer muy fuerte y muy valiente», confiesa emocionada a este periódico la seleccionadora, Lucía Guisado. A partir de este sábado, comienza su mejor actuación. Para Néstor Abad hubo «un periodo estresante y angustioso» porque no encontraban qué ocurría para sus desmayos y arritmias. Ninguna prueba era concluyente y hasta sufrió por su vida al continuar entrenando a pesar de los síntomas. Finalmente, el diagnóstico acertado: miocarditis moderada, de tres a seis meses de parón en ese 2022 en el que ya había europeos y mundiales que otorgaban plaza olímpica. «Por suerte, pude remediarlo y volver a lo que más quería: retomar la gimnasia y disfrutar de mi familia y de mis hijos, que era lo que más temía en el día a día». Porque Abad está en París, recuperado y olvidado todo aquello, viviendo el ahora, el minuto, el segundo, por ellos: «Es el motivo por el que hago esto, ni más ni menos. Es más difícil, más responsabilidad, pero es la motivación principal. Si no tuviera familia me hubiera retirado. Así de simple. Estos Juegos no son para mí solo». Con ellos impulsará a este equipo que llega a París vivo y lleno de fuerza. «Piensas en el ahora y dejas atrás todo lo demás. Pero hay una satisfacción enorme por superar lo difícil. Ayuda a disfrutar mucho más de lo que es estar aquí con este impresionante equipo. Todo lo que habéis superado es por esa unión y ese espíritu de equipo tan importante en el deporte y en la vida», agradece Benjamín Bango, seleccionador masculino , al grupo que comienza hoy las rotaciones en busca de un objetivo que hace unos meses estaba tan lejos como la Luna.