Nadal derrota a Fucsovics y se enfrentará a Djokovic en París, la ciudad que le ama
Rafa Nadal se ha convertido en un monumento más de la monumental París. La ciudad y el tenista, el tenista y la ciudad, han protagonizado una historia de amor que es eterna, pero que está ya en sus últimos momentos de pasión, porque es ley de vida, porque los que no son para siempre, en cuerpo al menos, son los deportistas de alto nivel, que sí tienen fecha de caducidad. No muchos, pero a Rafa y a París todavía les quedan algunos buenos ratos que pasar juntos, con la Philippe-Chatrier como ese lugar secreto en el que se reúnen los amantes, aunque esta vez no tenga nada de secreto. Del tenista español no hay que hablar en futuro porque nadie sabe qué pasará la próxima temporada, ni él mismo. Hay que vivir el presente y el balear se ha ganado un nuevo baile tras derrotar a Fucsovics en su estreno en el cuadro individual de los Juegos (6-1, 4-6 y 6-4) en uno de esos partidos agónicos de los que casi siempre sale vencedor. Fue como hacerse un homenaje a sí mismo, y se cita con Djokovic en la siguiente ronda. La historia perfecta, porque el serbio es para muchos, de forma incomprensible, el "villano" que ha intentado robar el amor de París (y del resto del mundo) por Rafa, y no lo ha conseguido. El partido más repetido de la historia del tenis tendrá un nuevo capítulo, el número 60.
La locura
El camino a Roland Garros en metro por la vieja línea 10 va tomando ambiente desde primea hora, lleno el coche de gente con camisetas con pelotas de tenis, gorras del torneo y según pasaban las estaciones... banderas de España, mientras las conversaciones en castellano se iban mezclando con las de francés. Ya en la pista, era escuchar el nombre por los altavoces y llegar una ovación, aunque todavía quedaran tres horas para que empezara y sólo estuvieran haciendo una primera presentación. La gente interrumpía sus conversaciones en cuanto escuchaban “Rafa Nadal”, para pegar un chillido. Cuando se acercaba el momento, después de la derrota de una brava Sara Sorribes ante Krejcikova, la reciente campeona de Wimbledon, se enciende más el ambiente. Nadal aparece en la pantalla grande calentando. Gritos. Nadal sube las escaleras que dan acceso a la central. Gritos. Nadal es llamado para entrar en la central. Locura.
"Vamos, Rafa"
Cierto que Roland Garros es menos Roland Garros estos días, con los carteles azules de París 2024 alrededor de la pista que la hacen lucir extraña, y con más banderas de España en las gradas de las habituales (siempre suele haber alguna cuando juega). Por momentos parecía la Caja Mágica con algún “Viva España”, pero claro, son los Juegos y muchos españoles han viajado a la capital de Francia. La universalidad del tenista se notaba en los acentos de los “vamos Rafa”, muy afrancesados en muchas ocasiones, mezclados con algún “allez” y con “come on”. Y eso que al principio París y Nadal tuvieron sus más y sus menos, pero desde hace mucho, mucho tiempo, es un héroe allí.
Gran comienzo
Nadal arrancó el encuentro ante Fucsovic como un tiro, con decisión, jugando más rápido de lo habitual, como queriendo despejar dudas por el vendaje de su pierna derecha que tanto está dando que hablar. Hizo un break rápido y voló sobre la tierra durante un primer parcial de dominio absoluto. Pero el húngaro es un gran jugador y fue creciendo y poniendo en dificultades al zurdo, cada vez más defensivo. Los deportistas suelen decir que ganar ayuda a ganar. Es simplemente una manera de hablar de la confianza, de la cabeza. Y la de Fucsovic estuvo en un momento por las nubes, se atrevía a tirar y tuvo un rato al español de acá para allá, defendiendo todo el rato, con viento a favor también porque esta vez la rotura rápida había sido suya. Sólo tembló cuando, en realidad, todos esperaran que pudiera pasar, cuando llega el momento de cerrar el parcial. La presión es así. Si se juega pensando en el resultado es más fácil que el brazo se encoja. También ayudó Nadal con uno de los puntos de la tarde, lo que volvió a poner en pie al estadio entero. Es un especialista en esas situaciones, porque ha estado en ellas cientos de veces.
Tras ceder su ventaja, más liberado, Fucsovics volvió a jugar con sus pedradas para cerrar el set, esta vez sí, al resto. El encuentro se convirtió en ese momento en un laberinto y fue Nadal el que encontró la salida. Las oportunidades al resto se iban sucediendo y se iban salvando, hasta que en el quinto juego, después de haber salvado un 040, Rafa sí acertó. Todavía no se rindió el tenista magiar, pero se puso sólido el balear y en ocasiones todavía soltó lagunas de esas derechas que hace que la bola brinque que da gusto, y más con el solecito que salió en París después de dos días de lluvia.
Nadal aguantó, pese a sus molestias en la pierna, dos horas y media duras en pista. Así es el amor.