Admirable esfuerzo en vano. España sudó, sufrió y, forzando hasta el extremo para elevar su nivel por encima de su listón real llevó hasta el límite a la impetuosa y potente Canadá de Jordi Fernández. Sin embargo, los de Sergio Scariolo, que sólo podían ganar para pasar a cuartos, acabaron cayendo (88-85) y se tuvieron que conformar con decir adiós a París con todos los honores. La selección española, obstinada e irreductible, tuvo a 3 puntos a falta de 2,3 segundos un partido controlado por parte de una Canadá superior, llegando su renta a ser de 12 puntos y +8 al final del tercer cuarto. El intento de heroicidad de Sergio Llull, con todo una mandarina para intentar empatar en el último suspiro, quedó lejos de entrar. Una última imagen paradigmática: la épica sucumbió finalmente a la lógica.
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