La querella de Begoña Gómez contra el juez Peinado cierra el cerco iniciado por la querella previa de Pedro Sánchez, firmada por la Abogacía del Estado. Si Sánchez se lamentaba de que no le dejaron declarar por escrito, Gómez atribuye a Peinado una instrucción plagada de prevaricaciones y vulneraciones de secretos , que nada tienen que ver con el caso del fiscal general y el novio de Díaz Ayuso, con el que se trata de emparentar. Ambas querellas están sincronizadas para trasladar al Tribunal Superior de Madrid el relato construido desde la 'Carta a la ciudadanía' de Sánchez contra «la máquina de fango». La finalidad de quitarse de encima al juez Peinado es evidente, aunque ambas querellas eleven a categoría de delito meras discrepancias jurídicas o, a lo sumo, irregularidades procesales que se enmiendan a través de los recursos ya presentados. El TSJM habrá de decidir pronto si admite o no ambas querellas, herramientas de una ofensiva política sin precedentes contra un juez de instrucción quizás heterodoxo y descuidado, pero no el delincuente judicial que describen las querellas del matrimonio Sánchez-Gómez .