Han sido 24 años de ilusiones y triunfos apoteósicos, pero la selección española pertenece ahora a la clase media del baloncesto olímpico, lejos del estrellato y condenada a sufrir más de la cuenta, pues es muy difícil imaginarse a otro equipo hacer tanto con tan poco. Quiere competir como antaño, y por momentos lo consigue, pero su calidad no siempre acompaña. Todo corazón y guiados por las genialidades de Darío Brizuela y el espíritu luchador de Jaime Pradilla , los chicos de Sergio Scariolo estuvieron a punto de obrar el milagro. La victoria de Grecia ante Australia (71-77), sus otros dos rivales del grupo A, les obligaba a vencer a Canadá, una de las favoritas para subirse al podio en París y que llegaba invicta al decisivo duelo. Un triunfo daba a España el pase a los cuartos de final y una derrota los condenaba a la eliminación. Aunque nunca desistió, cuando se disipó la humareda de la batalla, a la selección le tocaba hacer las maletas . Vencieron los norteamericanos por 88 a 85 y, aunque su talento está a años luz del español, comenzaron el duelo con superioridad y fanfarronería y acabaron resoplando, pues el combinado nacional se convirtió en una piedra en la suela de su zapato, invisible pero siempre molestando y sin intención de salir, y llegó a reducir una desventaja de dobles dígitos a solo una canasta. El último cuarto de España, que le endosó a los canadienses un total de 29 puntos, obligó a su máxima estrella, el base Shai Gilgeous-Alexander a desplegar toda su artillería y, tras cerrar un gran ejercicio desde la línea de tiros libres, cerró el intenso duelo. Honor para la selección española que, sin embargo, suma en Francia un punto negro en su casi intachable recorrido olímpico en los últimos años. Desde Sídney 2000 , en el que el combinado acabó quinta en un grupo de seis, España siempre había pasado a las eliminatorias, algo que en París ha resultado ser un imposible. En Atenas 2004 , Estados Unidos apeó al equipo en los cuartos de final (102-94), un preámbulo de la que sería la mayor rivalidad de la canasta en los sucesivos años. En Pekín 2008 , España humanizó a la deidad y estuvo a punto de arrebatarle el oro a los americanos, que finalmente se harían con el triunfo en el que es recordado como uno de los mejores partidos de la historia del baloncesto (107-118). Cuatro años más tarde, en Londres 2012 , el conjunto nacional repetiría plata ante los estadounidenses (107-100) y, en Río 2016 , sumaría una fantástica medalla de bronce tras imponerse a la combativa Australia en el duelo por el tercer puesto (89-88). La última misión de esa legendaria generación liderada por los hermanos Gasol se produjo en Tokio 2020 , aunque de nuevo Estados Unidos, en los cuartos de final, privó de una despedida desde lo alto del podio. Hazañas y baloncesto mítico que nada tienen que ver con lo vivido en París 2024, donde las derrotas ante Australia y Canadá en la fase de grupos han provocado un doloroso final para la expedición española. El colectivo manda por encima del individuo en los deportes de equipo y, pese a que lo peor de lo vivido en Lille, sede del grupo A, haya sido la frustrante derrota ante Canadá y la prematura eliminación, Rudy Fernández merece un párrafo aparte. El balear, tras una carrera inigualable, después de 22 temporadas defendiendo el rojo y el amarillo en las que jugó 266 encuentros, ganó 11 medallas y seis títulos, se despidió del baloncesto para siempre . Mermado en lo físico en sus últimos capítulos como jugador profesional, el alero no pudo ser diferencial para evitar la derrota ante Canadá. Disputó 15 minutos y solo pudo amarrar dos rebotes en ese tiempo. Además, falló los cuatro lanzamientos que intentó. Agrio final que, para nada, ensombrece a uno de los mejores jugadores de siempre del baloncesto español. «Estoy contento del trabajo que hemos hecho. Hemos luchado hasta el final que es lo que hay que hacer cuando representas a esta camiseta. No ha podido ser pero me voy con un sabor muy bueno. Ver cómo han competido los chicos me da tranquilidad para el presente y para el futuro», explicó Rudy a la cadena 'Cope' tras la eliminación. «Siento paz porque creo que ha llegado el momento de estar tranquilo y disfrutar de la familia. Pero también estoy triste porque he vivido muchísimas cosas con el baloncesto. El que no haya más torneos, el que no haya más viajes... por supuesto te entristece. Quiero descansar, creo que me lo he merecido». Scariolo mandó un mensaje de ánimo a sus pupilos. «A Rudy le he dado las gracias; me voy con el corazón lleno de orgullo. España compite, España no se rinde. Me voy totalmente orgulloso de nuestro comportamiento», aseguró el italiano. Pau Gasol también quiso despedir a lo grande a sus antiguos compañeros. «¡Lo único que me sale ahora es decir que siento mucho orgullo por este equipo y estos jugadores! Cabeza alta, Familia», escribió el catalán en sus redes sociales. Las heridas tardarán en sanar, pues el golpe ha sido de los duros, pero España ha demostrado que siempre vuelve.