Starmer crea un “ejército” policial para frenar la ola de violencia
Se trata de una unidad permanente de especialistas en desorden violento que acudirán donde sean requeridos
El Gobierno británico ha anunciado medidas excepcionales para intentar contener la ola de violencia de activistas de extrema derecha que se ha propagado de forma peligrosa por toda Inglaterra y por Irlanda del Norte. El primer ministro, Keir Starmer, convocó una reunión de emergencia de su gabinete ayer por la mañana para analizar los graves incidentes del fin de semana y buscar soluciones para frenar la ira y la violencia. También participaron los jefes de los distintos cuerpos de policía del país.
En la reunión se anunciaron tres medidas. La primera es la creación de un “ejército” o unidad permanente de policías especialistas en desorden violento para lidiar con los incidentes allá donde sea necesario. La segunda es la equiparación de los delitos en internet con cualquier otro delito para limitar los bulos en redes sociales como el que el que provocó los disturbios tras el asesinato de las tres niñas el pasado lunes en Southport.
Tras el asesinato circuló el falso rumor de que el presunto asesino era un solicitante de asilo que había llegado a suelo británico en barcaza (el equivalente de las pateras en España) a través del Canal de la Mancha. Este es un grave problema que tiene el Reino Unido desde el Brexit al salirse de la Convención de Dublín que permitía la repatriación de los sin papeles a los países europeos de origen. En realidad, el presunto autor de los apuñalamientos era un británico hijo de inmigrantes ruandeses. El juez autorizó que se publicara su nombre de forma excepcional porque era un menor para calmar la ira. Pero no sirvió de nada.
La tercera medida que se adoptó en la reunión de ayer es la aceleración de los juicios a los alborotadores para encerrarlos rápidamente en la cárcel. Es decir, poner en marcha juicios exprés para enviar un mensaje de hierro a aquellos se plantean asistir a protestas y provocar altercados. Esta fue una de las medidas clave de los disturbios de 2011 adoptadas por Starmer cuando era fiscal general del estado. Entonces fueron arrestadas 3.000 personas, de las cuales fueron procesadas 2.000 y un millar terminaron entre rejas.
Ahora asoma otro problema: el del espacio en las cárceles, herencia conservadora para los laboristas. En estos momentos solo quedan 700 plazas libres en las cárceles (de las 90.000 que tiene el país) y ya hay cerca de 400 detenidos en estos disturbios. Pero Starmer ha dicho que cabrán, que sea como sea, cabrán y que nadie se librará de pagar por lo que ha hecho.
El peso de la ley
“Sea cual sea la motivación aparente, no se trata de una protesta, sino de pura violencia -advirtió el primer ministro- y no toleraremos ataques a mezquitas ni a nuestras comunidades musulmanas. Se aplicará todo el peso de la ley a todos aquellos que sean identificados como participantes en estas actividades”. Utilizan tecnología de reconocimiento facial, aunque muchos se cubren el rostro. El proceso de identificación durará días y semanas.
El desorden empezó el lunes pasado con el apuñalamiento masivo en Southport, en el norte de Inglaterra, en un centro de verano infantil en manos de un joven de 17 años. Todavía se desconoce qué le empujó a cometer tan atroz masacre. Tres niños de entre 6 y 9 años murieron. Otros ocho niños y dos instructores siguen hospitalizados recuperándose de las heridas.
La tarde siguiente, tras la vigilia, empezaron los problemas, cuando un grupo de extrema derecha de la organización Liga de Defensa de Inglaterra (EDL, en inglés), atacó la mezquita de la calle. Había circulado el rumor de que el supuesto asesino era un sin papeles. La ira de desató. La vigilia terminó en enfrentamientos con la policía, con un vehículo policial quemado y una decena de agentes heridos por el lanzamiento de ladrillos de un muro.
Escalada
Los que creyeron que aquel era un incidente puntual, se equivocaron. Al día siguiente se repitieron las protestas en otras ciudades, incluido Londres, donde hubo disturbios delante de la residencia del primer ministro. De nada sirvió que el juez dijera que el joven asesino era un británico ni las medidas adoptadas por el primer ministro en una reunión con la policía el jueves pasado. Medidas como la entrega de poderes especiales puntuales a la policía para dispersar grupos de personas y para registrar a sospechosos por la calle y la protección de las mezquitas que lo soliciten. Las mezquitas son el objetivo de la ira de los activistas de extrema derecha junto con los centros y hoteles de inmigrantes.
Lo peor estaba por llegar. Este fin de semana se sucedieron protestas en más de una docena de ciudad inglesas, la mayoría en el norte y en el centro y en la parte británica de Belfast. El trasfondo: la llegada masiva de inmigrantes ilegales al país y las políticas de austeridad de los últimos catorce años. El resultado: altercados con la policía, coches y bibliotecas en llamas, ataque a comercios musulmanes, enfrentamientos entre grupos de extrema derecha y grupos antirracistas.
También asaltaron dos hoteles Holiday Inn con solicitantes de asilo en Rotherham y Tamworth, ambas localidades en el norte de Inglaterra, para echarlos. Rompieron los cristales, lanzaron cócteles molotov y les prendieron fuego. Los incendios fueron apagados rápidamente y la policía recuperó el control. Los inmigrantes fueron sacados la noche anterior y llevados a un lugar seguro. Los disturbios se han convertido en pillaje y en saqueos de tiendas. A la hora de cierre de esta edición había convocadas más protestas convocadas por la extrema derecha ante centros de inmigrantes.