El exquisito paseo literario en góndola de Toni Montesinos
Como es bien sabido, Venecia no es sólo una ciudad. Stendhal, conmovido ante la maravilla artística de Florencia, dio lugar al síndrome que lleva su nombre y que se manifiesta como una alteración psicosomática que produce intensas palpitaciones, un inquietante desasosiego y una convulsa sensación de felicidad. Esta reacción física la puede motivar también perfectamente la ciudad de los Dux, que fascinó aTintoretto, enamoró a Ezra Pound y cautivó a Hemingway. El imaginario veneciano, entre otros referentes culturales italianos, protagoniza el conjunto de textos críticos que el novelista, poeta y ensayista Toni Montesinos ha agrupado en el libro Mecanismos gélidos, título que proviene de una curiosa teoría de Josep Pla, para quien la literatura italiana observa dos derivas fundamentales: la retórica verbosidad de un Ariosto y «una línea de frialdad y de contención febrática que va del Infierno de Dante hasta Pirandello, escritor de una dialéctica y de un mecanismo gélidos», concluyendo en que «tal vez sea esta última la buena tradición italiana».
Casanova, más que un donjuán
En esta línea de objetivo distanciamiento crítico también, Montesinos se ha ocupado durante años de «Literatura, arte, historia y viajes italianos», como reza el subtítulo de este apasionante volumen. Con una metodología crítica que combina el amplio conocimiento de la bibliografía especializada con una minuciosa lectura de los textos abordados, estas páginas recorren algunos de los más señeros referentes de la cultura italiana. A propósito de la publicación en 2007 de un completo "Epistolario de Petrarca", y teniendo en cuenta cómo el paso de la Edad Media al Renacimiento viene marcado por la decadencia del Papado y de las instituciones imperiales, leemos: «La crisis de la cultura medieval que se derivó de esto conduciría, tanto a Petrarca como a su amigo Giovanni Boccaccio, a atender por vez primera en la historia la conjugación entre lo cristiano y lo pagano».
En «Leonardo Da Vinci, el hombre más curioso de la historia» se glosa la interpretación que Freud trazó de la singular personalidad de este genio multidisciplinar: «Incluso partía de sus estudios psicoanalíticos sobre neuróticos para conjeturar que esa pulsión por el ansia de saber pudo luego ser sustituida por parte de la vida sexual, y determinar que Leonardo podría catalogarse en ‘‘una pulsión’’ de investigar dominante con la atrofia de la vida sexual, que se reduce a la ‘‘homosexualidad ideal’’». Se traza asimismo un completo retrato de Giacomo Casanova a propósito de la publicación de su «Historia de mi vida», en traducción magistral de Mauro Armiño, reivindicando la figura intelectual de «un individuo que fue mucho más que un donjuán caballeroso con todas sus amantes: un extraordinario escritor cuya valía está aún pendiente de calibrarse en su justa medida, pero al que las recuperaciones editoriales insuflan vida».
Se perfila y matiza con exactitud la trascendencia literaria de Giacomo Leopardi: «En Leopardi confluyen los extremos del hombre de su tiempo: es antiguo y moderno a la vez, obedece a la inspiración romántica, pero luego es un escritor pausado, reflexivo, atendiendo a su doble condición de poeta y pensador». Y no se obvia la literatura popular, ni los condicionantes de la vida cotidiana del escritor; a propósito de Emilio Salgari: «Cuánto sufrimiento habría en este hombre inclinado sobre su mesa de trabajo de sol a sol, esclavizándose para alimentar a su adorada familia, sin tiempo para revisar sus manuscritos, con la tentación de sucumbir al plagio con tal de avanzar en las entregas, firmando a menudo con seudónimo para eludir, en vano, a los editores que le querían en exclusiva».
Al abordar a Italo Calvino se resalta, por encima de su narrativa, su condición de polemista conceptual: «Es en el ensayo, la reseña, la crítica, la discusión, donde Calvino se muestra sin fisuras: su inmensa cultura goza de un pensamiento sencillo y ordenado, su amor descomunal por la literatura solo entiende el camino de la exigencia y la sensibilidad». Marinetti como propagandista del fascismo, la permanente condición de víctima de la barbarie nazi de Primo Levi, o la atmósfera siciliana entrañada en la obra de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, entre otras temáticas, obras y autores, conforman un selecto mosaico de la mejor literatura italiana de todos los tiempos. Rigor crítico, amenidad expositiva y amplios conocimientos culturales constituyen las señas de identidad de este excelente libro.
Lo mejor
La amplitud y agudeza de datos, obras, temas y autores de la mejor literatura italiana
Lo peor
Nada a señalar aquí, tratándose de un cuidado conjunto de textos