Ceuta, colapsada, comienza a derivar a migrantes a la Península
Nuevamente, decenas de inmigrantes, incluidos menores, entraron este fin de semana a la ciudad autónoma de Ceuta a nado. Aprovecharon la intensa niebla que cubría la ciudad para burlar los controles de vigilancia y llegar así hasta la costa ceutí. Es una estampa que lleva produciéndose desde que arrancó el año. Ataviados con trajes de neopreno, aletas y, en ocasiones, flotadores, un total de 21 migrantes marroquíes, 9 de ellos menores, arribaron el domingo. A pesar de la difusión de mayores controles, sigue habiendo grupos que se echan al mar y que no pueden ser controlados con la vigilancia habitual dispuesta en las playas próximas. Se lanzan al agua desde las costas de Castillejos (Marruecos), para bordear a nado el espigón fronterizo del Tarajal, debido a la climatología propicia para evitar el control de las fuerzas de vigilancia. Cuando llegan a la costa, lo hacen exhaustos, ya que muchos apenas saben nadar.
Según los últimos datos actualizados por el Ministerio del Interior, durante los siete primeros meses del año llegaron el doble de personas a nado a Ceuta de forma irregular que en 2023. En concreto, lo hicieron 1.391, la inmensa mayoría a nado, frente a las 571 que lo hicieron el año pasado, es decir, un 143 por ciento más.
Fuentes gubernamentales ceutíes aseguran a LA RAZÓN que «la presión migratoria es constante, en línea con otros años». Advierten de que «hay picos», pero «es constante». Sobre las entradas a nado, aseguran que llevan años produciéndose, aunque ponen el acento en el incremento de las llegadas de menores. «Los recursos están sobrepasados. Llevamos insistiendo en ello en las distintas reuniones de la Conferencia sectorial de Infancia y Adolescencia». En este sentido, ponen el acento en aumento de llegadas de menores y en la necesidad de redistribuirlos entre las distintas comunidades. En estos instantes, Ceuta acoge a unos 315 menores, la práctica totalidad de ellos marroquíes, salvo algún menor argelino que en los últimos días también ha entrado a nado.
Estas mismas fuentes comparten, al igual que Canarias, el colapso de los recursos y el grito de auxilio: «Tenemos que derivar a menores a otras comunidades», insisten. En el caso de Ceuta, la situación es todavía más preocupante debido a la falta de infraestructura.
La ciudad sigue sin tener un centro único y bien dotado para enfrentarse con garantías a repuntes. A día de hoy, cuentan con el centro «La Esperanza», al que se suman otros recursos temporales para enfrentarse a repuntes ocasionales. De hecho, el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), en el que están alojados los adultos, está en el ojo del huracán tras la dimisión de su director, José Durán, quien presentó su cese tras meses denunciando la sobresaturación. El CETI alberga a más de 620 personas pese a tener su capacidad ocupacional limitada a 512 plazas. Su dimisión parece haber tenido efecto, ya que un total de 65 residentes partirán hoy hacia la Península como parte de las medidas extraordinarias para descongestionar las instalaciones, según el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Si bien el sábado se hizo el primer traslado a la Península de 46 personas –magrebíes y marroquíes–, los de hoy son solicitantes de asilo con los trámites realizados o que lo han solicitado.