Buscar información sobre enfermedades a golpe de clic , sin acudir después a un profesional, tiene sus peligros. Máxime, cuando la persona que busca esos datos lo hace con la expectativa de estar enferma y, sobre todo, es un adolescente. Son búsquedas que tienen que ver, explica Gloria Rodríguez, psicóloga experta de la plataforma de seguridad online y bienestar digital para familias Qustodio, «con lo que ellos pueden estar viviendo, como trastornos de ánimo, enfermedades de transmisión sexual, acné, adicciones...». Y hay diferencias entre las preocupaciones que tienen las chicas de las que tienen los chicos. Pese a no poder generalizar y tener que ver la individualidad de cada uno, prosigue Rodríguez, «es posible que ellas se centren más en problemas que tengan que ver con su estado físico actual, como las dificultades en la menstruación, los trastornos de conducta, y a nivel emocional, los del estado de ánimo, como la ansiedad, etc. Ellos pueden centrarse más en su actividad física, como lesiones, problemas de crecimiento o de desarrollo físico, cuestiones sexuales...». Qué duda cabe que, a día de hoy, Internet da acceso sin límites prácticamente a todo tipo de información, y los más jóvenes donde primero acuden a resolver sus dudas es a las redes sociales. Sin embargo, esta tendencia ha derivado en que muchos de estos menores busquen información médica en estas plataformas y se autodiagnostiquen, dando lugar a la 'cibercondría'. Así lo advierte el estudio 'La generación de la IA' realizado por Qustodio , desde donde recalcan que aquellos menores que tienen las redes sociales como principal actividad digital, están significativamente expuestos a este problema. Por su parte Gloria R. Ben, también psicóloga experta de Qustodio, explica que «al creer que estás enfermo puedes empezar a actuar como si lo estuvieras e incluso, a sentir que realmente tienes esos síntomas, aumentando tu ansiedad y generando más búsquedas relacionadas con lo que sientes». Además, añade esta profesional que «la búsqueda excesiva de información, sobre todo a nivel médico, suele derivar en un aumento de la ansiedad, la posible convicción de que se padece alguna enfermedad y, por ende, realizar acciones para comprobar si estamos en lo cierto, más auto-observación, aumento de estrés...». ¿A qué peligros se enfrentan los jóvenes con este problema? Más del 52,1% de los españoles reconoce usar internet, las redes sociales o incluso, la inteligencia artificial para buscar una posible enfermedad en 2023, según el IV Estudio de Salud y Estilo de Vida de Aegon . Ante esto, las expertos de Qustodio explican algunos de los peligros que puede traer esta tendencia en los jóvenes: Cuando se busca información sobre los propios síntomas, los menores pueden realizar una interpretación poco precisa de la naturaleza de los síntomas, pero al sentirse reflejado en el malestar de otras personas o en la información que han encontrado, pueden estar seguros y por tanto, recurrir a remedios que a otras personas les ha ido bien, o a un tratamiento erróneo, lo cual puede generar, a parte de un peligro para la salud, el retraso en una atención médica necesaria. La búsqueda excesiva de información, sobre todo a nivel médico, suele derivar en un incremento de la ansiedad, debido a la posible convicción de padecer alguna enfermedad, lo cual se traduce en realizar acciones para comprobar si se está en lo cierto, una mayor autoobservación y un aumento del nivel estrés, impactando negativamente en la vida diaria y dejando de hacer actividades que en otros momentos se realizan. Siguiendo la idea anterior, el acceso instantáneo y recibir constantemente información sobre problemas médicos, síntomas... puede generar una mala interpretación o una búsqueda masiva que hace que de una simple búsqueda se pueda proceder a muchas más. Esto puede causar un aumento constante de enfermedad y generar preocupaciones por condiciones que tal vez no tienen. En general, las pautas para los padres están relacionadas con la manera de estos de trabajar la prevención en el buen uso de las redes, la confianza y la comunicación. Para ello lo ideal es, sugiere Gloria Rodríguez, «fomentar desde la infancia una comunicación abierta y sin jucios con nuestros hijos, ya que esto nos va a beneficiar en la adolescencia porque habremos creado un ambiente de seguridad en el que nos podrán compartir sus preocupaciones». Esta comunicación tiene que ir acompañada también, añade, «de una escucha activa que nos permita conocer cómo se encuentra nuestro hijo en ciertos momentos, para poder prevenir y anticiparnos. Escuchar sin juzgar, sin demostrar preocupaciones excesivas, orientando pero manteniendo la calma, validando sus sentimientos y ayudándoles a buscar las respuestas que necesiten. Es intersante asimismo educar sobre la realización de juicios críticos: No nos podemos quedar con toda la información que recibimos y tenemos que saber cuál elegir cuestionando y contrastando». «Siempre ser un modelo a seguir -concluye Rodríguez- es lo que más va a calar en la educación de nuestros hijos, por lo que si estos ven que cuando nos sentimos mal acudimos a un profesional de la salud, aprenderán a hacerlo también». Cuando el problema está instaurado, los síntomas serán lo que pongan sobre la pista a los padres. Para Gloria R. Ben, «la cibercondría también produce un cambio en la manera de comportarse. Se pueden encerrar más, estar más tiempo realizando búsquedas en internet, dejar de realizar rutinas que antes tenían, cambios en el comportamiento e incluso, reacciones emocionales más intensas... Una buena observación y comunicación siempre nos va a ayudar a la hora de poder entender y ayudar a nuestros hijos. Y, si pensamos que no podemos ayudarles, tenemos que ser los primeros que pidamos ayuda externa. Un buen modelo siempre va a ayudar a nuestros hijos a aprender buenos hábitos«.