En el parque central de Alajuela se arma el baile todos los sábados
Yo nací en Alajuela, cédula 2. He vivido en este pueblo casi todos los 52 años que tengo encima. Digo pueblo porque sigue siéndolo, aunque ahora tenga un mall y muchos centros comerciales.
Alajuela sigue siendo un pueblo y eso me encanta, me encanta que la gente sea conversona, sociable, amable, que aún se reúna en el parque central a comerse un helado o jugar tablero... de todo eso es que les quiero contar en este blog que hemos llamado “Alajuela por la pista”, en recuerdo del grito de los cobradores de buses, cuando había cobradores, para anunciar la salida desde la capital.
La intención es tenerles una historia o una experiencia alajuelense cada dos semanas.
Era imposible para mí no comenzar contando del bailongo de los sábados al mediodía en el parque central, ahí a la par del quiosco, aunque si se le ocurre al cielo soltar un aguacero, pues la bailadera se hace en el quiosco.
Llegan un montón de adultos mayores y algunos no tanto a soltar penas y a hacer amigos, es toda una terapia mental y física. Ahí pareciera que no duelen las coyunturas ni el alma, no hay malos recuerdos, ni viudez, ni pérdida, ni reumas. No importa si faltan dientes o cabello, eso ahí no cuenta… solo hacen falta ganas de moverse, cada quien como pueda y como lo sienta.
Yo me había dado cuenta del baile del parque hace varios años, antes de la pandemia, cuando hacía un podcast de nombre La Peatona, del que solo pude sacar seis episodios, porque covid-19 nos mandó para la casa.
En aquel tiempo, como dicen las sagradas escrituras, en la prepandemia, llegaba un grupo musical con marimba, pero con la crisis sanitaria el bailongo también frenó porque los parques estaban cerrados.
Por fortuna, la terapia grupal volvió, ya sin marimba, pero con algo parecido a un DJ que mezcla cumbia, swing, salsa, merengues pasodoble y chachachá, como me contó Dennis Bermúdez, el encargado del programa de Adulto Mayor de la Municipalidad de Alajuela, responsable de poner la música solo el primer sábado de cada mes. Los otros sábados, es otro señor el que llega por su cuenta a cambio de una contribución de los bailarines.
Dennis siente que la gente aprecia cuando él llega porque el sonido es mejor... y la música. Así lo dijo, justo cuando por el micrófono preguntaba si había alguna Carmen entre las presentes porque comenzaba a sonar “Carmen... se me perdió la cadenita”, una cumbia de La Sonora Dinamita.
Pero, sin importar quién ponga la música, los señores y señoras llegan a bailar, a sudar, a quitarse la tristeza o la soledad. De seguro, hasta parejas han salido de ahí.
Y bueno, también se hacen presentes algunos personajes del pueblo, porque si algo le sobran a Alajuela son personajes. Aunque ese sábado no lo vi, si se aparece quien se hace llamar Guayacán, algo similar a un vaquero que luce una enorme hebilla.
Eran cerca de la 1:30 p. m. y hacía buen tiempo en el parque de los Mangos, en el corazón alajuelense, donde los pies y las caderas se agitaban con el merengue “El vicio de tus labios”.