Maduro y el póker antidemocrático, por Mirko Lauer
Está claro que si Nicolás Maduro y su cúpula se vuelven a salir con la suya, será por el apoyo de un puñado de países clave en el mundo. Esta semana, The Wall Street Journal ha definido en primera plana a esos países como un eje formado por cuatro autocracias enemigas de Occidente: China, Rusia, Irán y Corea del Norte.
El cuarteto es básicamente anti-EEUU, y eso se expresa de variadas maneras. En América Latina, se manifiesta mediante estupendas relaciones con los Gobiernos de Cuba, Nicaragua y, por supuesto, Venezuela. En las guerras de estos días, toman partido según quién en ellas esté con o contra Washington. Maduro es un amigo ideal, como lo fue Fidel Castro.
Por eso, cuando se habla de una limitada influencia de Occidente en los asuntos venezolanos, en verdad se está apuntando a la gran fuerza que tiene el cuarteto en un puñado de países manejados por dictaduras tropicales. La religión o la ideología tienen poco que ver; la geopolítica es la geopolítica, y los negocios son los negocios.
No es un cuarteto rígido. Beijing puede apoyar abiertamente el fraude de Maduro y, a la vez, avanzar grandes proyectos de inversión en un país antichavista como Perú. Las autocracias pueden tener intereses individuales e intereses conjuntos. Mucho influye en esto el encuadre geográfico de sus relaciones diplomáticas.
Para las dictaduras medianas o pequeñas del tercer mundo, los países del cuarteto autoritario funcionan como rescatistas de última instancia o casas de empeño para depositar commodities valiosos o votos de cierto interés. En el caso de Caracas, el canje en todo momento ha sido petróleo por divisas (China) o por servicios secretos de gurkhas M-L (Cuba).
¿Cuál es nuestra relación con ellos? China es un socio comercial esencial; los otros tres son perfectamente prescindibles. No es el caso del régimen de Caracas, que juega a las cuatro cartas, y es, desde hace tiempo, una punta de lanza de Irán en América Latina, y frente a Rusia, viene a ser una suerte de hermano postizo de La Habana.
Los seguidores del cuarteto en la región se distinguen por no renunciar al poder ni de broma. Los hermanos Castro llegaron por las armas y nunca se fueron. Perder una elección no es argumento suficiente para las crías del cuarteto antioccidental del WSJ. ¿Algo que ver con Perú 2026?