La semana clave de Claudia
Claudia Sheinbaum prometió que hoy revelaría su decisión sobre quién dirigirá Pemex y esta semana, también, es la última que tiene para dialogar con los nuevos legisladores antes de que tomen su cargo en el Congreso a partir de septiembre.
Una es la empresa más importante y más endeudada de los mexicanos, con un problema que puede contagiar a todo el país. Los otros habrán de decidir reformas que, de aplicarse, podrían detonar la economía o sembrarla de irrelevancia durante el sexenio de la actual presidenta electa.
¿Cómo nos fue con Pemex durante este sexenio? La intención fue buena. El presidente Andrés Manuel López Obrador intentó rescatar esta relevante empresa energética, luego del abandono que sufrió durante la administración de Enrique Peña Nieto. Lo que falló fueron los resultados.
Los datos que ofrece el mandatario, a través de su equipo en Pemex, son los siguientes: una caída del 10 por ciento en la extracción diaria de crudo pesado y otra baja de 12 por ciento en la producción de petróleo ligero, en el periodo de 2019 a lo que va de 2024. En gas natural también reporta una caída de cinco por ciento en ese lapso.
Son los datos que brinda el gobierno morenista. No hay otros.
Podemos discutir sobre las razones, pero traten de hablar con alguien de Poza Rica o de alguna otra ciudad petrolera. Hasta los Oxxo están cerrando producto de la falta de dinero en Pemex.
Paga mal cuando lo hace, y muchos proveedores ya se cansaron o ya no tienen empresa, despidieron empleados y quebraron, con efectos para muchas poblaciones.
En otra dinámica está la producción de gasolina que sí subió 50 por ciento durante el sexenio, como resultado de una apuesta monumental de unos 20 mil millones de dólares en esa actividad.
Quien llegue a dirigir la compañía debe resolver la administración de proveedores y enfocar su esfuerzo en la producción de energía y petroquímicos, que es en donde puede generar más valor y márgenes de ganancia. La energía no solo viene del petróleo.
Pemex puede asociarse e incluso aportar solo gestión, si no hay capital para nuevos proyectos.
Luego está lo del Congreso. La nueva legislatura comenzará oficialmente el 1 de septiembre de 2024. En esta fecha, los 500 diputados y 128 senadores electos tomarán posesión de sus cargos y comenzarán sus funciones legislativas. A Sheinbaum le queda esta semana para determinar su estrategia en esa área.
El mes entrante estará lidiando con lo que, visto desde afuera, parece una práctica de machismo por parte del presidente López Obrador, quien quiere dejar la Constitución a su modo, aunque no será su presidencia la que lidie con las nuevas reglas.
Idealmente, él debería conceder a la próxima presidenta la oportunidad de que sea ella quien, a partir de octubre y ya como mandataria, gestione las propuestas del Ejecutivo que votarán diputados y senadores en esta Legislatura. Pero la información disponible indica que no será así.
A Sheinbaum le resta esta semana para tratar de influir en su partido para el acomodo de las curules rumbo a la reforma constitucional al Poder Judicial.
Ojo. La reforma es indispensable. Pero el nuevo modelo debe dar más confianza en lugar de reducirla. De no conseguir ese propósito, el nuevo mecanismo de jueces y la Suprema Corte será analizado por años, hasta que esté en pleno funcionamiento, para entender sus resultados.
Durante ese periodo no esperen muchas inversiones. El asunto no es político, sino pragmático: nadie quiere poner su dinero en un lugar en el que no se percibe relativamente seguro.
Es una semana clave para la presidenta electa, que ha podido conformar un gabinete bien recibido por empresarios, a decir de lo que me comentan.
Sería una pena para ella y para todos que su trabajo sea bloqueado por decisiones en Pemex y en el Congreso, en las que no tuvo injerencia.