La reforma de la autonomía regional diferenciada se convierte en una pesadilla para la primera ministra italiana, Giorgia Meloni . A la dura oposición de la izquierda se añade el ataque de los obispos, que califican la ley como «un peligro mortal», porque dividirá en dos el país, el norte rico y el sur pobre. La ley de 'autonomía diferenciada', que fue aprobada en junio por el Parlamento, da a las regiones mayores poderes fiscales, con el riesgo de aumentar las diferencias entre las 20 regiones italianas. Precisamente, se denomina «autonomía diferenciada» porque solamente las regiones que lo soliciten al Estado podrán tener autonomía de gestión, hasta un máximo de 23 materias, entre otras figuran la sanidad, la educación, el deporte, medio ambiente, la energía, el transporte, la cultura y el comercio exterior. Es una ley impuesta por la Liga, que Meloni no quería, pero que aceptó a cambio de que el líder 'liguista' Matteo Salvini diera su apoyo a la reforma estrella de Meloni, el llamado 'premierato', para otorgar más poder al primer ministro. Meloni encuentra dificultad para justificar totalmente ante sus votantes del sur la autonomía diferenciada. Además, su otro aliado en la coalición de Gobierno, el vicepresidente Antonio Tajani , líder de Forza Italia, sigue sin estar convencido de las ventajas de la reforma e impone condiciones. Forza Italia vincula la aplicación de la reforma a la aprobación de los LEP (los llamados niveles esenciales de prestaciones), que son el corazón político de la ley. Se trata de los estándares mínimos de servicio público imprescindibles para garantizar los «derechos civiles y sociales» protegidos y garantizados por la Constitución en todo el territorio nacional. Con determinación, Forza Italia dice que «sin LEP no habrá autonomía regional diferenciada». Solamente con la aprobación de los LEP se podrían atenuar las diferencias regionales, que hoy son abismales, siendo las regiones del sur las más perjudicadas. Por eso, el presidente de Calabria, Roberto Occhiuto, de Forza Italia, asegura que «en el sur, el 90% de la población está en contra de la autonomía diferenciada». El centro izquierda promueve un referéndum para abolir la ley. Solo son necesarias 500.000 firmas para la consulta popular, que fueron recogidas en diez días. Detrás de esta batalla se está reorganizando la oposición para desgastar al Gobierno. Pero seguramente lo que no esperaba Meloni, que ha cuidado las relaciones del Gobierno con la Iglesia, es el duro ataque de los obispos contra la autonomía diferencia. Todos los medios italianos destacaban ayer la posición adoptada por la Conferencia Episcopal Italiana (CEI): «El sur ha comprendido que la reforma es un caballo de Troya para crear dos Italias: una próspera y la otra abandonada a sí misma», declaró el obispo Francesco Savino, vicepresidente de la CEI, a 'La Repubblica'. Añade que el sur votará masivamente en el referéndum contra la ley: «Sí, porque percibe el peligro mortal. No sólo tendremos tantas Italias como regiones, sino que también existe el riesgo de un 'Far West' entre los pobres. Es decir –concluye el obispo Savino–, los pocos recursos, y la arbitrariedad con que serán asignados, desencadenarán celos y por tanto conflictos». El vicepresidente de la CEI Savino sigue la misma línea del presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia: «Esta reforma es un problema que concierne a todo el país y, por tanto, a toda la Iglesia. Se corre el riesgo de socavar los cimientos de ese vínculo de solidaridad entre las diferentes regiones, que salvaguarda el principio de unidad de la República».