La huella afro en el fútbol peruano: libro resalta influencia afrodescendiente en nuestro balompié
La investigadora Zelmira Aguilar llevó 'Entre gambetas y pasiones' a la pasada Feria del Libro (FIL), un volumen con el cual recorre la historia del fútbol peruano y destaca el aporte de los jugadores afrodescendientes a este deporte.
Según trabajos de historiadores como Maribel Arrelucea y Jesús Cosamalón, los primeros africanos que llegaron a nuestro país en los dos primeros siglos del virreinato eran de Guinea y Angola, pero también había nacidos en Congo. En el siglo XVIII también fueron traídos de lugares como Mauritania, las Islas Canarias, Cabo Verde, Senegal, Costa de Oro, Sierra Leona y Santo Tomé (en la actual Camerún).
De la precariedad en la que arribaron a las haciendas costeras, pasando por los palenques en los que se refugiaron los que huían de la esclavitud, surgirían grandes ídolos del balompié, pero sus ancestros tuvieron que sortear las dificultades históricas que les planteaba un territorio en cambio constante.
La autora sostiene que la presencia de los futbolistas negros en los primeros años del fútbol peruano –que se practica en el país desde fines del siglo XIX– sirvió para que se fortaleciera la presencia de la comunidad afrodescendiente en la sociedad limeña.
Durante las primeras décadas del siglo pasado, la población negra se mantenía en una condición económica precaria. Si bien la esclavitud había terminado en 1854 en nuestro país, Aguilar considera que la abolición terminó siendo una farsa.
“A inicios del siglo XX, el negro seguía transitando por labores consideradas socialmente bajas, como cocheros, carreteros, carpinteros, albañiles o empleados en las casonas aristocráticas. En los valles costeños, cerca de la capital y aun en los valles andinos, proseguían en sus labores rurales”, afirma.
“El fútbol se convertirá en el inicio del cambio en la condición del negro en la sociedad limeña, a pesar de la discriminación y segregación racial imperante a principios del siglo XX”, agrega.
Al respecto, el libro recoge episodios que muestran el racismo de la época, como la vez que un señorón insultó a José María Lavalle, histórico delantero de Alianza Lima y mundialista en 1930. “Está bien, yo seré negro, pero esas groserías que habla usted yo jamás las digo”, fue lo que respondió Lavalle, de acuerdo al testimonio de su compadre, Juan el 'Mago’ Valdivieso. El tipo terminó pidiendo disculpas e invitándolo a conversar.
“Eran 5 blancos en un lindo coche, fue un laberinto. ¿Sabe lo que significaba sacar a José María de su casa y llevarlo a un restaurante donde jamás había entrado un negro?”, adicionó Valdivieso.
Las estrellas
Entre los jugadores más representativos que se mencionan en el libro están Alejandro Villanueva, Miguel, Juan y Víctor Rostaing (este último hijo de Juan), José María Lavalle, Alberto Montellanos, Teófilo Cubillas, Víctor Zegarra, Pedro Pablo León, Jefferson Farfán, entre otros. Todos son exjugadores de Alianza Lima, equipo que ha acogido por décadas a los jugadores afrodescendientes.
“Te hablo, por ejemplo, de Teófilo Cubillas, que es un futbolista negro que se preocupó de estudiar. Es un ejemplo para la sociedad. También hablo de Perico León, cuya abuela prácticamente lo ‘regaló’ al dirigente Alfonso de Souza Ferreira, para que lo criaran porque estaba en muy mala situación. También hablo de Farfán, pero sobre todo de su mamá, que es una mujer matriarcal. Ella era bailarina de una peña y trabajaba hasta las 3 de la mañana, y horas después se levantaba para llevar a Jefferson al entrenamiento, por lo que, cuando su hijo metía goles, ella estaba dormida en las gradas”, explica la autora sobre su libro.
Con la publicación de 'Entre gambetas y pasiones', Zelmira Aguilar resalta los aportes futbolísticos de cada uno de ellos y también pone en debate muchos mitos y prejuicios que hasta ahora se divulgan, como la supuesta indisciplina de los afroperuanos.
También le dedica un espacio al presunto alcoholismo de Alejandro Villanueva, de quien se dijo que ese tipo de adicción habría terminado con su vida.
“La historia de Alejandro Villanueva es sensacional y el libro es una reivindicación porque él nunca muere por alcoholismo o por la jarana, situaciones que están en el imaginario de la gente. Él muere de tuberculosis porque a los 17 años ya tenía esa enfermedad. La dirigencia sabía al respecto y lo interna en el hospital. Se debe desmitificar lo que se habla de él”, afirma.