El análisis del Barça-Valladolid, por el Lobo Carrasco

Empezó el partido y el Valladolid quiso adelantar sus líneas. Con dolor táctico se tuvo que meter atrás desde la primera pelota que cogió el once de Hansi Flick. Y sí, Casadó en la posición de mediocentro. Con el juego interno, preciso, de Pedri y Olmo la atracción que generaban los dos socios dejaba con más libertad a Lamine, Raphinha, Balde y Koundé. Algo vital para los intereses de Robert Lewandowski que casi siempre podía moverse en área de Jakob Hein. El Barça no finiquitó el encuentro en el primer cuarto pero dejó una sensación de poderío enorme. Para los jugadores de Pezzolano, un martirio no saber qué hacer para romper el juego vertical (y veloz) azulgrana. Por fuera y por dentro, crecía siempre el conjunto anfitrión. Cuestión de tiempo y buen pase final como demostraron Cubarsí y Lamine proporcionando los dos primeros goles: en el 20’ a Raphinha y en el 24’ a Lewandowski respectivamente. Pero quería más; mucho más el equipo de Flick.

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