Cientos de personas esperaban al Papa este miércoles en las inmediaciones del palacio presidencial de Indonesia , un edificio colonial que fue la antigua sede de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales en Yakarta . Francisco se reunió allí con el presidente Joko Widodo, dio su primer discurso al país, y aprovechó para denunciar las injusticias sociales que están en la base de las guerras actuales. Francisco llegó en un papamóvil más grande de lo habitual, un Toyota Zenix , fabricado en una planta de la compañía japonesa en este país. Durante el trayecto, él mismo pudo ver los contrastes que abundan por las calles de Yakarta, especialmente la miseria que se cela bajo sus puentes y junto a los canales construidos en época colonial para evocar la belleza de Ámsterdam . Efectivamente, en el centro, a pocos minutos a pie de los rascacielos y centros comerciales luminosos que deslumbran de día y colorean la noche, hay canales abandonados transformados en cloacas, en torno a los que se vende ropa de quinta o sexta mano, se cocina entre hormigas, y se comparte el paso con ratas y roedores. Paradójicamente, no se tiene la impresión de inseguridad, más bien de resignación. Según datos de marzo del Instituto Nacional de Estadística (INE), un 9,03% de su población vive bajo el umbral de la pobreza, y un 0,83% en extrema pobreza. La cifra es unas décimas más baja que en 2023, y todo un éxito si se piensa que en 1970 los pobres eran el 60%. Sin embargo, el Papa les pide que no se conformen con el resultado. El Papa dijo en Indonesia que «la paz es fruto de la justicia» y refiriéndose al mundo actual, lamentó que «a pesar de las persuasivas declaraciones políticas, hay muchas situaciones en las que falta un efectivo compromiso, de amplias miras, para construir la justicia social. Como consecuencia, una parte considerable de la humanidad queda relegada al margen, desprovista de los medios adecuados para una existencia digna, y sin defensas para afrontar los graves y crecientes desequilibrios sociales, causantes de graves conflictos». Durante su primer discurso en el país, ante sus principales autoridades políticas , representantes de la sociedad civil y embajadores, el Papa elogió que la constitución de Indonesia mencione dos veces la justicia social y solicite «un orden internacional fundamentado en ella». Sin mencionar el islam, dijo que aprecia que las leyes del país miren a «favorecer una armonía pacífica» entre sus más de 700 etnias y creyentes de religiones diferentes. Esto «garantiza la paz y unifica los esfuerzos para vencer los desequilibrios y bolsas de miseria». El Papa intervino en un gran salón, ante un tapiz con un mapa de Indonesia gigante. En las paredes, el emblema nacional, un águila, recordaba el lema «unidad en la diversidad» que retomó para recordar los cimientos sobre los que se ha construido esta sociedad. Por contraste, denunció que «lamentablemente tendencias del mundo actual obstaculizan el desarrollo de la fraternidad universal. En diversas regiones vemos surgir conflictos violentos, que a menudo son el resultado de la falta de respeto mutuo, del deseo intolerante de hacer prevalecer a toda costa los propios intereses, la propia posición o la propia narración parcial de la historia, aunque eso suponga un sufrimiento interminable para comunidades enteras y dé lugar a auténticas guerras sangrientas». Lo repitió también en clave religiosa, y denunció las ocasiones en las que «la fe en Dios se coloca en primer plano (en la vida social) para ser manipulada, no para construir la paz, la comunión, el diálogo, el respeto, la colaboración y la fraternidad, sino para fomentar las divisiones y aumentar el odio». El Papa garantizó que la Iglesia quiere «incrementar el diálogo interreligioso sin hacer proselitismo» para «eliminar los prejuicios y fomentar un clima de respeto y de confianza mutua, factores imprescindibles para afrontar los retos comunes, entre los cuales, el de contrastar el extremismo y la intolerancia, que —tergiversando la religión— intentan imponerse sirviéndose del engaño y la violencia». El presidente de Indonesia, Joko Widodo había dedicado dos párrafos de su discurso a denunciar la situación en Palestina, pero Francisco evitó referirse a conflictos concretos. «Indonesia aprecia y agradece enormemente la actitud del Vaticano , que sigue manifestándose, pidiendo la paz en Palestina y apoyando la solución de los dos Estados. Porque la guerra no beneficiará a nadie. La guerra sólo traerá sufrimiento y miseria a la gente común», dijo. La anécdota del encuentro fue la referencia que el Papa hizo a las «leyes de muerte» contra la natalidad, promulgadas en países que «limitan los nacimientos» para combatir la pobreza. «En vuestro país hay familias de tres o cuatro hijos, y esto se ve por las calles. Continuad así», dijo. Sois un ejemplo. Otros prefieren tener un gato o un perro en vez de un hijo, pero esto no va», añadió en tono de broma que provocó una oleada de risas.