El calentamiento global multiplica por cuatro la intensidad de las lluvias torrenciales en España
El incremento progresivo del calor hace que los años con temperaturas mínimas altas se relacionen con una tendencia más potente hacia precipitaciones extremas
España, camino de pasar de un clima mediterráneo a otro estepario
A medida que han subido las temperaturas en España debido al calentamiento global, las lluvias destructivas se han ido convirtiendo en más fuertes. En medio siglo, la intensidad de las precipitaciones torrenciales se ha multiplicado por 4,5 veces, según evidencia una recopilación de datos realizada por la Universidad Politécnica de Catalunya.
La potencia y consecuencias de las tormentas torrenciales en España no paran de ilustrar el peaje que impone este fenómeno derivado de la crisis climática. Esta semana ha fallecido una persona y otra sigue desaparecida, arrastradas por el agua de una lluvia violenta en el torrent de pareis de Mallorca. El pasado marzo, la borrasca Nelson se saldó con cuatro fallecidos. Es solo el balance de lo que va de 2024. El reguero de muertes por tormentas destructivas puede rastrearse de año en año. Hace solo 12 meses, en septiembre de 2023, otro episodio de precipitaciones torrenciales produjo seis fallecimientos. La borrasca Gloria de 2020 dejó 13 decesos a su paso. Una tormenta violentísima y muy localizada ocasionó la pérdida de 13 vidas en Mallorca en 2018.
“Los análisis muestran un incremento de estos fenómenos meteorológicos extremos en el periodo que hemos estudiado”, cuentan los investigadores de la UPC. El aumento es “significativo” tanto para los episodios de lluvia muy fuerte –con más de 30 mm de lluvia– como para los de lluvia torrencial –60 mm o más– que, según estos cálculos, muestran “un incremento de intensidad del 360% desde 1971”.
Este trabajo ha concretado las tendencias ya descritas, por ejemplo, en los documentos de la AEMET, que explican cómo los datos “apuntan a un aumento en la frecuencia e intensificación de las situaciones que provocan lluvias muy fuertes o torrenciales y de extensión significativa en el conjunto del Mediterráneo español”.
El calor influye
Justamente, los registros de lluvia del medio siglo estudiado por la UPC muestran que “los episodios de lluvia muy fuerte están relativamente extendidos por toda la península y Balears”. En cuanto a las lluvias todavía más intensas (torrenciales) han aumentado “en Andalucía, Castilla-La Mancha, la Región de Murcia, Comunitat Valenciana, el sur de Catalunya, el archipiélago balear, Aragón, Navarra y País Vasco”. Las zonas con mayor intensidad se concentran especialmente en la costa mediterránea.
En el contexto de calentamiento global, los investigadores han buscado la interacción entre la escalada de temperaturas en España y el patrón de las precipitaciones. “La temperatura máxima medida es el indicador que muestra mayor correlación tanto para las precipitaciones totales como las sequías”, concluyen.
Y en especial, añaden: “Para el caso de las lluvias extremas, la correlación más potente se da con la temperatura mínima medida”. Esto quiere decir, prosiguen, que “los años más cálidos durante las noches son los que muestran una tendencia más fuerte hacia las precipitaciones extremas”.
Lo más significativo es que vivimos una paradoja climática porque cada vez va a haber más sequía, pero con momentos puntuales en los que llueva pareciendo que se va a caer el cielo
Precisamente el calor severo está disparando las noches con temperaturas sin precedentes por lo elevadas que son. Las noches tropicales (con 20ºC) se han convertido en normales y las denominadas tórridas (+25ºC) se han multiplicado por seis desde 1980, según la AEMET.
“Lo más significativo es que vivimos una paradoja climática porque cada vez va a haber más sequía, pero con momentos puntuales en los que llueva pareciendo que se va a caer el cielo”, cuenta uno de los autores del estudio, Josep Roca.
Porque la otra cara de la moneda es que las precipitaciones en general son más escasas en la península y las baleares. En el mismo periodo de estudio, se ha constatado una caída de las lluvias totales del 8,9%. Ese viraje hacia una España más seca y con temperaturas más altas es lo que ha hecho a este equipo de investigación calcular que, a este ritmo, en solo un par de décadas, el clima mayoritario pasará a ser estepario más que mediterráneo.
Sin cambio en la tendencia de transformación, el clima típico mediterráneo pasaría de representar el 24,43% del territorio peninsular e insular en el periodo de referencia 1971-2000 al 10,13% en el periodo 2040-2060. Toda una expansión de lo que llaman la España “parda”.