El mundo de los autónomos es un campo de batalla donde compiten en un terreno desigual contra las grandes superficies . Unas empresas que pueden ofrecer precios irrisorios y servicios limitados y aún así seguir captando la atención de los clientes. Sin embargo, los pequeños negocios, donde el esfuerzo personal está detrás de cada venta, suelen ser los que más sufren en esta lucha tan descompensada. Los autónomos no solo tienen que enfrentarse a las leyes , los impuestos y la burocracia , ya que también lidian con las expectativas irreales de los propios consumidores . En ese sentido, la usuaria de TikTok 'selvaya2', una autónoma española, ha decidido utilizar la plataforma para desahogarse y compartir su frustración frente a este tipo de clientela. «Buenos días, otra vez vengo a despotricar», comienza diciendo en el vídeo, que ya acumula más de 246.000 reproducciones. Según explica, muchos de sus clientes exigen descuentos y condiciones que jamás solicitarían en grandes superficies como El Corte Inglés o Mercadona. «Si no lo hacéis en El Corte Inglés, si no lo hacéis en el Mercadona, si no lo hacéis en la farmacia... ¿por qué en una tienda normal de alguien que se está intentando ganar la vida tenéis tan poca vergüenza?», se cuestiona. Para ilustrar la gravedad de la situación, la autónoma pone un ejemplo claro: «Un mueble de folleto, que no llega ni a setenta euros, os lo cogemos, os lo montamos, os lo llevamos a vuestra casa. Dos personas, una furgoneta, gasoil... Y nos decís que queréis que os hagamos un descuento». Sorprendida por este tipo de peticiones, la autónoma se pregunta: «¿Por qué me pedís un descuento en algo que vale sesenta y nueve euros?». «Yo entiendo que si te gastas cuatro o cinco mil euros en un salón, en lo que sea, me digas 'me regalarás algo' y yo encantada te regalo un espejo, te regalo un cuadro, te regalo una lámpara encantada de la vida. Hasta cierto límite, no me pidas un cuadro de 300 euros», manifiesta visiblemente molesta. Para que sus seguidores entiendan la situación, la creadora de contenido comparte lo que le ocurrió con una clienta que, tras comprar un colchón de 170 euros, le pidió que le regalara un microondas . «¿Qué mierdas tenéis en la cabeza?», se pregunta con incredulidad. Este tipo de comportamientos, según ella, son el resultado de una sociedad mal acostumbrada , que exige cada vez más sin entender las limitaciones y esfuerzos de los autónomos . «Hoy le he contestado mal a una señora, le digo 'no señora, si es que mire usted, es que la culpa es nuestra, de los cuatro que trabajamos aquí. Tenemos dos chiquillos por cabeza y los hemos malacostumbrado a comer todos los días tres veces al día'», confiesa. En ese sentido, la autónoma destaca que, aunque su tienda se esfuerza por ofrecer un servicio de calidad , los márgenes de beneficio son cada vez más estrechos. «Tenemos la mala costumbre de intentar ganar algo, aunque sean diez euros, por venderle a usted la mesa, instalársela, bajársela, el gasoil, los seguros sociales... Que yo me gasto 300 euros en Mercadona y no me dan ni una docena de huevos, vamos a dejar de apretar a los autónomos, que no podemos más», señala. Tal y como manifiesta, el esfuerzo que realizan los pequeños negocios es inmenso, ya que no solo ofrecen productos, sino un servicio integral que incluye transporte, montaje e incluso reciclaje del producto viejo, algo que las grandes superficies no suelen hacer sin un coste adicional . «Es que yo te lo compro a ti en vez de irme a Carrefour», dice irónicamente imitando a una clienta. «Es que el Carrefour si quieres que te lo lleve a tu casa te cobra y te lo deja en la acera. No te lo sube, te lo instala, desmonta el que tienes, se lo lleva, lo almacena, lo recicla... Hacemos un esfuerzo grandísimo, echamos muchísimas horas, nos quitamos de mucho para dar un servicio estupendo y nos tenéis asfixiados. No vosotros, el Gobierno, las leyes, pero vosotros también», contesta. Por último, la autónoma revela uno de los casos que más le ha llamado la atención en las últimas semanas. Según explica, una clienta que, tras haberle mostrado todas las opciones de mesas disponibles durante dos días , le pide que le recojan la señal en su casa . Y no solo eso, exige un recibo para asegurarse de que sus 20 euros estarán a salvo . «De verdad... para pegarme un tiro y no echar sangre», concluye cargada de frustración.