¿Tropezar de nuevo con el mismo Trump?
La industria automotriz es la principal generadora de inversión extranjera directa (IED) en México, pues en el primer semestre de este año recibió más de 7 mil 700 millones de dólares, que representan 25 por ciento del total, según información de la Secretaría de Economía.
Y, desde la perspectiva de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), la electromovilidad puede traer mucho más IED al país.
En una entrevista reciente con este reportero, Odracir Barquera, director general de la AMIA, dijo que “ya México está produciendo cinco vehículos de nuevas tecnologías, cuatro de ellos son eléctricos y uno es híbrido, (pero) viene otro eléctrico más hacia finales del año”.
Además, “las 13 empresas que tienen inversiones de producción de mucho tiempo en México, siguen manteniendo su ritmo y buscando la manera de modernizarse para hacer esa transición hacia la electromovilidad”, abundó.
La importancia de la industria automotriz se manifiesta en su impacto sobre la economía, pues también representa el 32 por ciento de las exportaciones totales en México.
La industria nacional es reconocida por ser el séptimo fabricante de vehículos en el mundo y el número uno en América Latina.
Pero justo cuando se está frente a la oportunidad que abre la transición a la electromovilidad, aparece la figura del expresidente Donald Trump, quien amenaza con reabrir el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), en vigor desde julio de 2020, si regresa a la Casa Blanca.
El jueves, en un evento ante el Club Económico de Detroit, el candidato presidencial republicano describió sus planes para proteger la industria automotriz estadounidense y también frenar la expansión de marcas chinas.
Dijo que, si gana la elección del 5 de noviembre, impondrá aranceles de 100, 200 o hasta mil por ciento, “cualquier arancel que sea necesario”, a los coches chinos importados desde México.
Hasta ahora, las armadoras chinas no venden vehículos en EU ni tienen planes inmediatos de importarlos desde México, que sólo cuenta con una planta de ensamble de una marca de autos china, JAC Motors, en Hidalgo, pero para el mercado nacional.
Lo más inquietante es que los planes de Trump también incluyen la reapertura o renegociación del T-MEC para abordar sus preocupaciones sobre los autos chinos que, supuestamente, se fabrican en México.
El expresidente prometió “invocar la cláusula de renegociación” a los seis años del T-MEC para evitar que los vehículos fabricados por China en México se vendan en EU.
“Ya tuvimos una presidencia de Donald Trump y sabemos que ciertas cosas que dijo en campaña las cumplió, algunas otras no”, recordó Daniel Covarrubias, director del Texas Center for Border Economic Development en Texas A&M International University.
Este nuevo amago “hay que verlo como un tema retórico, pero también como una oportunidad para que México siga demostrándole la importancia del país para EU y la relevancia del bloque de Norteamérica”, dijo el experto a quien esto escribe.
El Capítulo 34 contiene las disposiciones finales sobre la administración del Tratado. Destaca la cláusula de revisión, no de renegociación, la cual establece que el T-MEC tendrá una vigencia de 16 años, con posibilidad de prorrogarse.
Para tal efecto, a partir del sexto año de la entrada en vigor del Tratado, se realizará una revisión del T-MEC por parte de la Comisión de Libre Comercio, compuesta por representantes de cada gobierno, la cual se llevará a cabo en 2026.
A diferencia de lo que plantea Trump, en la revisión que habrá de darse en menos de dos años, “lo más importante es que evitemos que haya visiones de mayores restricciones” al comercio y la inversión, subrayó Barquera.
“En el caso automotor, está pendiente que se acate (por parte de EU) la resolución del panel de regla de origen automotriz; es fundamental que eso se haga antes del proceso de revisión, de manera que se mantenga la certidumbre con la cual la industria ha logrado ser la más integrada de toda la región y un pilar de la competitividad de los países de América del Norte”, dijo el director general de la AMIA.
Ciertamente hay un incumplimiento de EU del fallo del panel arbitral sobre las reglas de origen, que le da la razón a México y Canadá.
“Un arancel de 100 o 200 por ciento sobre cualquier producto es una medida que tendría impactos profundos en todas las cadenas de suministro y que, al final de cuentas, los consumidores estadounidenses van a sentir”, advierte Covarrubias.
Visto en perspectiva, es imposible que la elección de noviembre en EU no contamine la revisión del T-MEC en 2026.