El reciente documental de Luis Enrique (54 años), 'No tenéis ni **** idea', ha conmovido a todos por su emotivo último capítulo dedicado a su hija Xana Martínez , quien falleció en 2019 a los 9 años debido a un osteosarcoma. Aunque ya conocido por su fortaleza en los momentos más críticos, el entrenador del PSG mostró una faceta profundamente humana , dejando una lección de vida que pocos esperaban. El fallecimiento de Xana marcó un antes y un después en la vida de Luis Enrique y su familia. En su documental, el ex seleccionador nacional no esquiva hablar del tema más doloroso de su vida, pero lo hace con una serenidad y una gratitud que impactan. «Yo me considero afortunado , muy afortunado. Mi hija Xana vino a vivir con nosotros 9 años maravillosos«, declara con firmeza mientras las imágenes de su pequeña llenan la pantalla. Lo que para muchos sería una tragedia insuperable, Luis Enrique lo transforma en una reflexión sobre cómo quiere vivir su duelo. La presencia de Xana, según él, no se ha extinguido; simplemente ha cambiado de forma. «Mi hija no está físicamente, pero en el plano espiritual, está con nosotros cada día. Hablamos de ella, nos reímos y recordamos. Yo sé que Xana todavía nos ve «. Una de las anécdotas más impactantes que revela en el documental es cómo tuvo que convencer a su madre para que volviera a poner fotos de Xana en casa. «Mi madre no podía tener fotos de ella, hasta que le dije: 'Mamá, tienes que poner a Xana, porque Xana sigue viva'», rememora con entereza. En el discurso, queda claro que la vida de Luis Enrique cambió, pero en lugar de hundirse en la tristeza, ha aprendido a ver los momentos compartidos con Xana como un regalo. A través de sus palabras, invita a todos a valorar la vida con el mismo enfoque. «¿Cómo quiero que Xana piense que vivimos esto? Quiero que nos vea felices, recordándola con amor «. Además de esta emotiva reflexión, Luis Enrique ha encontrado otra forma de honrar la memoria de su hija. En marzo de este año, puso en marcha la Fundación Xana , una organización benéfica que apoya a familias con niños que padecen enfermedades graves, brindando asistencia y apoyo en momentos tan difíciles como los que él y su familia vivieron. Con esta fundación, Luis Enrique no solo sigue adelante, sino que convierte su dolor en acción, ayudando a otras familias a sobrellevar las mismas adversidades que él enfrentó. De esta manera, la lección de vida que él nos deja va más allá de sus palabras: es un acto de amor y solidaridad que mantiene viva la memoria de Xana. Esta historia de superación y fortaleza ha inspirado a miles de personas, mostrándonos cómo, incluso en los momentos más oscuros, es posible encontrar luz y seguir adelante, llevando en el corazón a quienes ya no están físicamente con nosotros, pero que, como en el caso de Xana, nunca dejarán de acompañarnos.
