La sentencia no puede ser más clara: el ahora condenado recibió una talla de manos de las monjas del convento de las Franciscanas Clarisas, en Granada , para que la restaurara. Supo que estaba ante algo importante pero no dijo nada, se limitó a hacer «una burda copia» que entregó a las religiosas y vendió la original a un galerista por 90.000 euros. Éste, posteriormente, intentó subastarla en Nueva York por 350.000 euros, pero la obra ha sido recuperada y está a buen recaudo. Toca remontarse a abril de 2018. Las monjas le entregaron al restaurador una talla de madera policromada de Santa Margarita de Cortona que tenían en el convento de Nuestra Señora de Los Ángeles y que sólo dos meses antes había sido clausurado. El hombre vio que estaba ante un suculento negocio y, por decirlo de manera burda (tan burda como la copia que dio a cambio, por usar la misma expresión de la sentencia) quiso darles el cambiazo . Funcionó. Se quedó con la imagen original, del periodo barroco, datada entre 1700 y 1720, atribuida a José de Mora y valorada entre 300.000 y 400.000. Aunque en su defensa, cuando fue acusado de apropiación indebida y receptación, dijo que se la había comprado a las religiosas, junto a otro lote de obras por un total de 21.000 euros, eso no lo ha demostrado de ningún modo. « No aporta ningún documento que lo justifique «, resalta la Audiencia en el fallo. «La tesis de que no sabía nada (sobre el origen de la talla) es profundamente inverosímil «, indica la sentencia, que no tiene dudas de que el restaurador quiso lucrarse. Acudió a un anticuario y se la vendió por 90.000 euros, una cantidad que este último, que también estaba acusado de los dos delitos mencionados, iba a amortizar a poco que le salieran bien las cosas. Primero, la pieza se exhibió en una subasta en Maastricht (Países Bajos) y después iba a ocurrir lo propio en la Feria de Arte y Antigüedades de Nueva York . El 10 de diciembre de 2019 obtuvo, de hecho, un certificado de exportación para tal fin. Sin embargo, el galerista ha quedado absuelto al no haber quedado probado que actuara de mala fe, que conociera la naturaleza ilícita de la operación. El restaurador sí que estaba al tanto de todo, resuelve ahora la Audiencia. Y su estrategia de asegurar que las monjas se la habían vendido no habría funcionado ni siquiera de ser cierta , puesto que la talla está protegida por formar parte del catálogo del Patrimonio Histórico. «Es un bien intransmisible», subraya el fallo, emitido este martes 15 de octubre. Dentro de lo que cabe, el restaurador no ha salido mal parado, teniendo en cuenta que le pedían inicialmente cinco años por apropiación indebida y otros tres por receptación. La obra está ahora expuesta en el Museo de Bellas Artes , lo que posiblemente dejará sin efecto lo que marca la sentencia: ha de devolverse a la Delegación Territorial de Cultura de la Junta de Andalucía. Y el citado museo está gestionado por la Junta. Este organismo, a su vez, tendría que dársela de nuevo al convento de Nuestra Señora de los Ángeles, también llamado de Las Vistillas, pero, como ya se ha apuntado, cerró en 2018, tras casi cinco siglos en el barrio del Realejo porque sólo quedaban allí tres religiosas, que fueron trasladadas a otros conventos.
