No consigue rehacerse el Real Madrid y este martes sumó una nueva derrota ante el Baskonia de Pablo Laso , la quinta en ocho partidos . Los blancos mejoraron la imagen de sus últimos compromisos, pero de nuevo fueron un equipo irregular, demasiado obsesionado con el tiro de tres y muy precipitado. La única buena noticia fue la actuación de Tavares, aunque fue insuficiente. En cambio, los vascos fueron todo fe, aguantaron las acometidas rivales y Markus Howard, con un último cuarto espectacular, donde sumó ocho puntos además del tiro decisivo, acabó por hundir al Madrid. La crisis continúa y el jueves se las verán con el Panathinaikos, máximo favorito a llevarse la Euroliga y verdugo de los merengues en la última Final Four. Mateo, ante las bajas de Campazzo y Feliz, le entregó los mandos del Real Madrid a Llull , la opción menos traumática para los blancos, especialista el balear en imprimirle ritmo a las jugadas. La teoría se hizo práctica y los visitantes desembarcaron en el Buesa con un nivel óptimo salvo por los fallos de Tavares , impresionante ver al gran dominador del baloncesto europeo tan despistado. Las pérdidas del caboverdiano permitían al Baskonia mantener la igualdad en el marcador, Howard firmaba sus clásicas diabluras y el joven Ousmane Ndiaye , solo 20 años, se auguraba un futuro prometedor con acciones fascinantes. El duelo era muy físico, eran pocas los combates donde un jugador no acabase por el suelo. Hezonja estaba fantástico en el rebote defensivo, esfuerzos necesarios porque los vascos cargaban el aro madridista como una hambrienta jauría. Ibaka daba puntos a su bando, tanto desde la larga distancia como bajo el aro, pero la fe del Baskonia era amplia y nadie conseguía generar una ventaja consistente. Corrían bien los vascos, penetraban sin miedo y un triple de Moneke los puso cinco arriba. El Madrid, que no seleccionaba bien sus tiros, necesitaba reaccionar. Los blancos encontraron refugio en el contrataque, con mucho colmillo Deck y Musa a campo abierto, pero todo hacía indicar que iba a ser un duelo largo y lleno de alternativas. Dos triples, obra de Luwawu-Cabarrot y Baldwin , castigaron al Madrid en las últimas posesiones de la primera parte, aunque una heroica canasta de Deck, que atravesó el campo mientras cargaba contra todos y contra todo, permitió que la desventaja merengue solo fuese de un punto. Mucho más fluido se presentó el Madrid en la segunda parte. Tavares se introducía en la zona vitoriana y la defensa rival se desmenuzaba, lo que ofrecía jugosas oportunidades para Hezonja desde las esquinas. Sin embargo, Diop y Ndiaye formaban un ejército formidable, tanto en ataque como en defensa, y un triple del capitán Sedekerskis mantuvo al Baskonia a flote. Pero lo que los vascos no podían controlar era el auge de Musa , que con su silencioso baloncesto, comenzó a anotar de manera descontrolada. El bosnio había decidido revivir al Madrid con su talento. Comenzaban a atascarse los locales en ataque y el Madrid disfrutaba gracias a las buenas decisiones de Rathan-Mayes , base improvisado pero muy incisivo y estético. Los de Chus Mateo habían conseguido pasar el mal trago y ya estaban cuatro arriba, un buen trampolín para intentar sellar la primera victoria fuera de casa de la temporada. Un camino que dificultó P ablo Laso con su extensa pizarra. El vitoriano mandó presionar a sus chicos a toda pista, el Madrid acumuló pérdidas y, de la nada, la igualdad volvía a ser la nota dominante. Ahora sí, Tavares estaba siendo un auténtico dolor de muelas. El africano amarraba todos los rebotes mientras que conseguía finalizar en el aro contrario con su contundencia habitual. Por esto fue impresionante la reacción del Baskonia, que lejos de amilanarse ante la actuación del pívot, se entregó a Howard , autor de dos triples que golpearon con dureza al Madrid. El encuentro se convirtió en un festival de disparos desde la larga distancia, un genial tiroteo en el que destacaba Hezonja tras dos cuartos muy apagado. Quedaba un minuto de duelo y el electrónico señalaba un empate a 70. Howard, mago absoluto, anotó una suspensión desde cinco metros y el Baskonia mandaba por cuatro. Tenía el Madrid que disputar una mortal partida de ajedrez, encomendarse a los dioses para que los vascos dilapidasen su ventaja desde la línea de tiros libres, pero Moneke no falló y Llull no pudo obrar el milagro. Celebra el Baskonia de Pablo Laso, que ahonda en la crisis del Madrid.