Crítica de "Here": el latido del mundo ★★★★ 1/2
¿El musgo nos mira? ¿Pueden captarse su respiración, su latido, sus afectos? ¿El musgo llora, sonríe? Bas Devos lo filma de cerca, tan pegado a su color y a su humedad que parece darle una agencia, una visión del mundo, que solo crece ante los que tengan la calma de devolverle la mirada. Todo pasa aquí, en un lugar en presente, como nos informa el título de esta bellísima película. El “aquí” es un espacio que designa un presente atemporal, que se extiende en su verde infinitud ante dos personajes muy distintos -un obrero rumano que parece despedirse de Bruselas, su ciudad de acogida, durante sus vacaciones, y una bióloga china, que investiga la vida cotidiana del musgo mientras ayuda en el restaurante familiar por las noches- que coinciden por azar, y que aparece como una suerte de paraíso perdido para dos seres que se comunican compartiendo lo que saben o lo que tienen.
Así las cosas, si la existencia del musgo asegura la supervivencia de los ecosistemas que habita, Stefan y ShuXiu hacen del mundo un lugar mejor desde una humilde generosidad. Bas Devos entiende que, si el código genético del ‘ecocinema’ opera sobre un desplazamiento de la mirada para alejarnos del antropocentrismo, no puede olvidar su dimensión humanista. Devos se acoge a los patrones del ‘slow cinema’ para observar las errancias de sus personajes, sobre todo la de Stefan, insomne declarado que cocina sopa para regalársela a sus amigos y se pasea por la ciudad sin rumbo fijo.
Ambos, Stefan y ShuXiu, son, en cierto modo, especies desubicadas, que intentan apropiarse de un espacio urbano, Bruselas, al que no pertenecen. Devos los filma como bajo un microscopio, poniendo en práctica una suerte de realismo biológico que extrae de sus gestos una serena búsqueda de conexión. La naturaleza, tapizada por el musgo, será, en ese sentido, metáfora de ese mundo aparte donde la circulación de los afectos se produce de un modo orgánico, trascendente. Como en el cine de Kelly Reichardt, en especial su extraordinaria “Oldjoy”, “Here” imagina un bosque que habla su propio idioma, un lenguaje de pureza extraordinaria que nos conecta con otros universos posibles. Por ello, la película, tan realista en sus formas y sus ritmos, se acerca a lo fantástico en su tercio final, cuando el musgo parece cobrar vida gracias a la cámara, y parece convertirse en un sueño, lo que sueña el musgo bajo las sombras de los árboles.
Lo mejor:
Cómo, a través de la puesta de escena, otorga una voz, una mirada, a la Naturaleza.
Lo peor:
Es tan delicada y humilde que puede parecer menos ambiciosa de lo que es.