Hilma af Klint, la artista que creó el arte abstracto pero murió sin mostrarlo llega al Guggenheim dos siglos después
La propia creadora decidió que sus obras no se mostraran hasta 20 años después de su muerte, pero elaboró sus primeros cuadros abstractos en 1906, antes que el reconocido Kandinsky, quien hasta 1911 no publicó su primera obra
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Antes de morir, la artista sueca Hilma af Klint (Estocolmo, 1862-1944), escribió en sus últimas voluntades que sus obras no deberían ser expuestas durante al menos 20 años. Aunque realiza exposiciones a lo largo de su vida, tan solo muestra sus pinturas figurativas y, muy ocasionalmente, las abstractas, que, pese a ser una pionera en esa forma de expresión, jamás presenta en el contexto del mundo del arte convencional, sino que busca compartirlas con comunidades espirituales afines, aunque es cierto que no logra encontrar un público entusiasta. De hecho, Af Klint creó sus primeros cuadros abstractos en 1906, antes que Kandinsky quien hasta 1911 no publicó su primera obra. No obstante, siempre pensó que sus obras no serían valoradas en su época.
“Si hay algo que caracteriza su obra es que a pesar de ser una artista que empezó a trabajar a finales del siglo XIX y principios del XX su obra no se ha visto reconocida hasta el siglo XXI. En parte porque la propia artista la mostró muy poco, consideró que tenía que ser un público muy determinado el que tenía que acceder a ella y, en parte, porque hemos tardado tiempo en poder mostrarla como ella consideraba que tenía que ser”, reconoce Lucía Agirre, curador del Museo Guggenheim de Bilbao tras presentar 'Hilma af Klint', la exposición que devuelve a la artista sueca el reconocimiento que siempre ha merecido.
A pesar de no mostrar sus obras al mundo del arte, Af Klint se preocupó de guardarlas y clasificarlas de cara al futuro. Dedica casi una década a crear su obra, en sus primeros años trabajos de temática tradicional y dibujos automáticos para después dar forma a sus series más destacadas, como 'Pinturas para el templo', 'Perceval' o sus acuarelas tardías. Todas ellas estarán disponibles en la exposición de la pinacoteca bilbaína, patrocinada por Iberdrola y con la colaboración de la Fundación Hilma af Klint. “Esta exposición va a presentarnos todos los elementos que forman parte de la obra de Hilma Af Klint, nos va a introducir en su filosofía, en sus ideas en torno a la teosofía, la antroposofía, el rosacrucismo. También sus ideas en torno al arte y la evolución que fue viviendo su obra a lo largo de seis décadas”, explica Agirre.
Nacida en el seno de una familia noble por méritos castrenses, Hilma af Klint tiene el privilegio de acceder a la educación y formación. Más allá del aprendizaje por vía familiar, recibe formación artística de corte tradicional en la Real Academia Sueca de Bellas Artes, que constituye una de las primeras instituciones en permitir a las mujeres dibujar a partir de un modelo vivo. Al igual que muchas personas de su época, Af Klint no ve una confrontación entre el mundo espiritual y el científico, sino todo lo contrario, para ella ambos sirven para alcanzar una verdad superior. Este interés de la artista le hace participar en sesiones de espiritismo, habituales en la época, aunque denostadas por las religiones tradicionales. De hecho, sus 'Pinturas para el templo' no las muestra a casi nadie aunque entre el grupo selecto de las personas que entraron a su estudio de Estocolmo a ver sus trabajos se encuentra una de sus figuras más admiradas, Rudolph Steiner, líder de la Sociedad Teosófica alemana.
En 1896 Hilma af Klint se reune con otras cuatro mujeres Anna Cassel, Cornelia Cederberg, Sigrid Hedman y Mathilda Nilsson para fundar el grupo de 'Las cinco' (De Fem). Estas mujeres se reúnen con asiduidad para realizar sesiones de espiritismo, contactar con el más allá y canalizar sus experiencias a través de la escritura y de los dibujos automáticos. Hilma af Klint cree que 'Las cinco' han recibido un encargo de los espíritus de realizar las 'Pinturas para el templo', y en 1906 empieza a trabajar en la primera serie de este ciclo, denominada WU/ Rosa, donde la letra W representa la materia y la U el espíritu, siendo WU la dualidad. La rosa está ligada al rosacrucismo, una orden secreta vinculada al conocimiento esotérico de los alquimistas fundada en el siglo XVII por cristianos opuestos al rígido dogma de la Iglesia de su época. La Cruz Rosada o la Rosa Cruz es su emblema principal, y es en un altar con una rosa en medio de una cruz donde Af Klint y su círculo realizan las sesiones de espiritismo.
Así, en 'Pinturas para el templo' la artista lleva a cabo un total de 193 obras divididas en distintas series, entre pinturas y dibujos, dejando atrás lo aprendido formalmente para centrarse en un nuevo arte ligado al espiritismo y otros sistemas de pensamiento como el rosacrucismo, la teosofía o la antroposofía de Rudolf Steiner. “Concebidas para ser instaladas en un templo helicoidal que nunca llegará a realizarse, las 'Pinturas para el templo' exploran aquello que a simple vista permanece oculto, algo que resultaba de interés tanto para los movimientos científicos como espirituales en la época, también para Hilma af Klint y otros artistas modernos”, recogen desde el museo.
El Museo Guggenheim de Bilbao acogerá el recorrido por la obra de la artista Hilma af Klint hasta el 2 de febrero de 2025 y se llevarán a cabo actividades como charlas, sesiones creativas, visitas musicadas, y la proyección de 'Beyond the Visible', el 5 diciembre, un documental dirigido por Halina Dyrschka en 2019 que descubre la trayectoria de Hilma af Klint como pionera de la abstracción.