«Echo de menos a uniformados que sepan gestionar una catástrofe como esta»
Pasan las dos de la tarde en Chiva y la multitud de voluntarios del pueblo –y venidos de otros muchos puntos– empiezan a dejar las escobas para sentarse a comer. Una peña taurina prepara platos calientes durante todo el día. En el Ayuntamiento no pueden almacenar más comida y ropa. Lo peor ha pasado, pero el socavón en medio de la avenida principal y el rastro de destrucción en la rambla que parte en dos este municipio valenciano dan cuenta de la furia con la que el agua arrasó con todo a su paso. Una de las casas ubicadas junto al río –ahora sin puentes– tienen marcada en su fachada la altura a la que llegó el caudal: 1,98 metros. Los gritos pidiendo paso a ambulancias y coches de la Guardia Civil rompen el merecido descanso en la calle. 19 vecinos que sacaban agua de un garaje subterráneo han resultado intoxicados por el monóxido de carbono que desprendía la bomba de achique. Los médicos del centro de salud acuden rápidamente con mascarillas de oxígeno. Uno de los voluntarios presenta una crisis convulsiva y es trasladado al hospital de Manises, tras ser estabilizado, junto a otros siete. Cuatro de los afectados habían sido dados de alta al cierre de esta edición. Es la cara más amarga de una labor solidaria que se ha avanzado a las autoridades. «Han pasado cinco días. Hacen falta profesionales y maquinaria pesada. Guardia Civil y bomberos, sí. Pero militares hemos visto pocos », cuenta Laura a las puertas de lo que era su tienda de ropa. Con otros familiares y amigos, lava todas las prendas que ha podido rescatar del lodo para enviarlas a otros municipios de la zona cero de la DANA. «Nos aferraremos a las ayudas que haya», explica con resignación. Mientras, a las puertas de la iglesia, un ejército con rastrillos y trapos retira el barro del templo. Tras días sin luz ni cobertura móvil, el agua potable ha regresado al núcleo urbano, lo que agiliza las labores de limpieza y las colas en los bidones instalados en la calle con agua apta para beber. «No hay mucha presión, pero los del quinto piso de la finca ya pueden ducharse en el primero», relata una mujer. El tránsito de tractores con remolques cargados de escombros es continuo. También el de helicópteros que sobrevuelan la zona. «Nos estamos autocoordinando. Echo de menos a uniformados que sepan gestionar una catástrofe como esta. Profesionales que tengan experiencia en crisis y puedan dirigirnos », sostiene Fernando. La Unidad Militar de Emergencias llegó el viernes al término municipal e inició el rastreo de supervivientes y la limpieza en el polígono industrial al que fueron arrastrados muchos coches que circulaban por A-3. Este sábado sí que se les pudo ver realizando mediciones y comprobando las alcantarillas en el centro del pueblo. Con la cifra de muertos por actualizar –eran siete el viernes– preocupa todavía la situación de urbanizaciones a las que, por fin, se ha podido acceder. En la logística o el examen de los vehículos para comprobar que no hay muertos también colaboran guardias civiles retirados de toda España. «Tenemos los conocimientos y se tienen que aprovechar» , asevera Lucía Llano, presidenta de RAGSE. «Los primeros días sí se ha notado la falta de profesionales uniformados», reconoce. Pero destaca la labor de sus compañeros. Algunos agentes hacen doble turno: vienen de paisano y luego se marchan a hacer el servicio. Pese al desastre, en el barrio situado en la parte baja de Chiva se sienten afortunados. «Nos hemos quedado sin nada, pero aún decimos que hemos tenido suerte», sentencia una vecina. La casa de enfrente de la suya ha tenido que ser derruida ya. La excavadora sigue allí, porque otras tantas están en riesgo de correr el mismo destino. Ocurre también en los márgenes del río, donde la caída de las fachadas ha dejado al desnudo algunas viviendas. «No se meta que el techo se va a caer», advierte una joven a un señor mayor que quiere entrar en un inmueble dañado. «No vivo aquí, estoy en casa de mi hermano», la tranquiliza el hombre, que espera impaciente a que un ingeniero le aclare el futuro de lo que fue su hogar.