Un conocido ha solicitado las ayudas del kit digital que ofrece el Gobierno en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Me ha relatado su experiencia: «Este verano recibí una serie de anuncios de mi proveedor habitual de informática que decía que con el kit digital podía disponer de hasta 1.000 euros para renovar mi equipamiento. Me interesó, así que seguí el enlace que me llegó por correo. Tuve que llenar un formulario y a las pocas horas recibí la llamada del empleado de un Agente Digitalizador». [Los Agentes Digitalizadores (AD) son empresas tecnológicas que colaboran con el Gobierno en la implantación del kit digital. Hay 11.400 agentes adheridos en toda España y el 98% de ellos son autónomos o pymes]. «Con su llamada descubrí que el auténtico beneficiario del kit digital es el Agente Digitalizador porque es el encargado de implantar las soluciones tecnológicas, algunas muy básicas y que yo ya tenía. El AD se queda con el bono digital que, por lo general, son dos tercios de las ayudas. El incentivo es claro, mientras más kits coloque, más dinero ingresará. Hay varios aspectos críticos, según te explican. Primero, es más fácil solicitar el kit como autónomo. Si lo haces como empresa, el papeleo se multiplica y la comunicación con la Administración se hace más compleja. Si lo haces como empresa, te clasifican en función del número de empleados. Como autónomo o como empresa con menos de tres trabajadores puedes aspirar a una ayuda de 3.000 euros. Hasta 10 trabajadores son 6.000 euros y hasta 50, 12.000 euros». [Hasta la fecha se han concedido alrededor 490.000 ayudas, lo que equivale a más de 2.000 millones de euros procedentes de los fondos europeos Next Generation EU. El Presupuesto total del Kit digital es de 3.000 millones]. Sigue con su relato: «Inmediatamente te das cuenta de que la clave del proceso está en acertar con la solución tecnológica que supere los requisitos del Estado. Y estos son muy bajos. Las actividades aceptables son 'la creación de sitios web y la presencia básica en internet; comercio electrónico; gestión de redes sociales; gestión de clientes; 'business intelligence' y analítica; gestión de procesos; factura electrónica; servicios y herramienta de oficina virtual; comunicaciones seguras y ciberseguridad; presencia avanzada en internet y 'marketplace'. Todo esto suena rimbombante y complejo, pero tras descartar muchas de ellas porque ya las tenía, el agente digitalizador consideró que lo mejor era reelaborar la página web que yo mismo hice hace una década con Wordpress… Y la solución que me ofreció fue 'una página web tipo Wordpress, mejorada'». M e relata que esto ya le causó una gran contrariedad. «Pero el asesor sabía más que yo sobre la conducta y los incentivos existentes en la Administración. 'Al principio eran muy estrictos, pero a medida que necesitan justificar el gasto de estos fondos han ido abriendo la mano y relajándose', me explicó. El Agente Digitalizador presentó la solicitud por mi como autónomo, para evitar papeleo, y ¡a los quince días! me adjudicaron un kit digital por valor de 3.000 euros, 2.000 correspondientes al bono digital y el resto a la llamada ampliación del kit. Entonces empiezan las sorpresas: el Agente Digitalizador se lleva todo el bono digital y tiene tres meses para ejecutar el trabajo (hacer una página tipo Wordpress que a mí me tomó menos de un día y que mantengo cotidianamente), pero el autónomo debe hacer frente al IVA (420 euros) de la operación. Al mismo tiempo, tienes derecho a 1.000 euros adicionales para invertir en equipo informático que, al cabo de un año, te puedes quedar o devolver. El proveedor asociado al Agente Digitalizador (aquel que me envió el anuncio que dio origen a todo esto) te envía un catálogo del material disponible y entonces descubres que es equipo básico, generalmente antiguo y hasta descatalogado y que si quieres acceder a un hardware mejor y de última generación tienes que añadir entre 1.000 y 2.000 euros de tu bolsillo». Continúa su relato: «Pero lo que realmente me echaba para atrás, era la página web. No era una auténtica mejora tecnológica ni iba a cambiar mi presencia digital como autónomo, me parecía sorprendente que la Administración aceptara con tanta facilidad esa propuesta. Estaba claro que los del Ministerio tenían más interés por engordar sus estadísticas que por asignar eficientemente los recursos públicos. Una deducción fiscal me hubiese resultado de más ayuda como autónomo que el kit digital que en realidad es un estímulo para los Agentes Digitalizadores. Lo que no sé es si estos se volverán más competitivos creando más sitios web e instalando antivirus. Sin duda que habrá pymes a las que ciertos servicios digitales les vendrán bien, pero la estadística indica que la mitad de los beneficiarios sólo han creado páginas web que antes del kit no les parecían esenciales. Me sentí cómplice del despilfarro de una política fiscal keynesiana destinada a cavar hoyos y volver a taparlos, así que decidí desistir. El Agente Digitalizador se sorprendió con mi decisión y me advirtió de que tendría que pagar una indemnización de 250 euros por el tiempo invertido en papeleo. Le dije que lo entendía y que la pagaría sin rechistar, pero que renunciaría al despilfarro que el kit digital representaba en mi caso. En mi nombre, no, le dije. Y duermo más tranquilo».