Pensilvania, el estado bisagra que más votos electorales reparte, elegirá al próximo presidente o presidenta
A menos de una semana de las elecciones, el estado bisagra de Pensilvania será el escenario del campo de batalla clave en la carrera presidencial de 2024. Las encuestas muestran una competencia tan reñida entre Kamala Harris y Donald Trump, algunas inclinándose ligeramente hacia el expresidente y otras hacia la vicepresidenta, que cualquier pequeño cambio en las preferencias de los votantes podría ser decisivo, motivo por el que ambas campañas están intensificando sus esfuerzos en el estado, mientras el candidato republicano ya ha levantado la libre sobre un posible “fraude electoral” en dos de los condados esenciales para conseguir los 19 votos electorales que, seguramente, decidirán los comicios.
“¡Guau! El condado de York recibió miles de formularios de registro de votantes y solicitudes de voto por correo potencialmente fraudulentos. Esto se suma a los 2600 descubiertos en el de Lancaster con formularios falsos escritos por la misma persona”, escribió Trump el lunes en sus redes sociales. “¡Las fuerzas del orden están en toda la gran Commonwealth de Pensilvania buscando evidencias del fraude!”, añadió, para así establecer la base de una posible impugnación electoral si el 5 de noviembre no vence en el estado más visitado por las campañas de ambas candidaturas.
Recientemente, los cambios en las leyes de votación del estado, como la política de registro automático de votantes implementada en 2023 que busca aumentar la participación, especialmente entre los votantes más jóvenes y de menores ingresos, han sembrado el terreno para la polémica. Por otro lado, la opción para votar anticipadamente no ha funcionado como debería y ha provocado “frustración entre los ciudadanos por culpa de las aglomeraciones y las filas que duraban varias horas”, según informó la Associated Press.
En algunos condados como el de Bucks, uno de los suburbios de Filadelfia, los votantes han tenido que esperar hasta tres horas para ejercer su derecho; muchos eran acólitos del expresidente que no confían en otras vías para votar después de sus acusaciones sobre un posible fraude electoral. No es el único contencioso legal al respecto. Por ejemplo, el procedimiento para el voto por correo en Pensilvania ha llegado a las puertas de la Corte Suprema de Estados Unidos por una controvertida ley que, en 2019, fue aprobada por los republicanos para ampliarlo, a pesar de la desconfianza que Trump siempre ha mostrado sobre esa vía de voto. En el nuevo sistema de Pensilvania se aplica la conocida como “votación por correo a pedido”, en la que los votantes pueden presentarse en las oficinas gubernamentales de su condado y solicitar el voto luego de completar una solicitud.
Ese formulario debe revisarse para asegurar que la persona sea un votante elegible y pueda ser aprobado. El proceso puede tardar unos 12 minutos y los electores tienen la opción de completar la papeleta en el acto y entregarla, llevársela a casa o pedir que se la envíen por correo a su domicilio. Y si no la completan de inmediato, pueden devolverla a través del Servicio Postal, o colocarla en un buzón. El problema ha surgido porque los funcionarios electorales del estado dicen que no han tenido suficientes fondos para contratar el personal necesario para lidiar con el volumen de votantes.
“Es un proceso incierto para mucha gente porque todavía es relativamente nuevo y también es algo ineficiente”, informó el presidente de la Junta Electoral del condado de Bucks, Bob Harvie. “Definitivamente es necesario hacer cambios”, añadió, refiriéndose a problemas como el hecho de que muchas oficinas tienen una sola impresora especialmente diseñada para las papeletas anticipadas en persona. Por ello, la oficina del secretario de Estado emitió un comunicado pidiendo a los votantes: “por favor, tengan paciencia”. Sin embargo, muchos de los trumpistas que han votado por correo tras la petición de Trump al respecto creen que esos problemas solo han beneficiado a los demócratas, sobre todo, después de que el condado emitiese un comunicado informando que era posible que dejase de aceptar solicitantes “para garantizar que todas las papeletas recibidas se procesen al final del día”.
Para Harvie la cuestión se puede solventar con una mayor inversión económica, aunque ya es tarde para estas elecciones puesto que el voto por correo terminó el pasado martes. “Los condados necesitan dinero para ayudar con la dotación de personal y el equipo para la votación anticipada. También debería producirse un cambio en la ley estatal que permita a los votantes marcar una casilla para recibir automáticamente una papeleta por correo cada año, si así lo desean, en lugar de verse obligados a solicitar una en cada elección”, explicó el presidente de la junta del condado de Bucks.
En caso de derrota, es muy posible que Trump y su electorado se quejen del voto por correo, pero su demanda chocará con las estadísticas que muestran que casi el doble de demócratas ha votado anticipadamente en Pensilvania. En total, se han contabilizado más de 1,4 millones de votos y las cifras indican que la participación anticipada se ha decantado para los de Harris con 849.849 votos emitidos, mientras los republicanos solo han llegado a los 468.067 votos registrados, según datos electorales estatales. Es importante destacar que las cifras solo muestran la afiliación partidista de una persona y no para quién votó, como demuestra la estrecha ventaja que Trump mantiene sobre la vicepresidenta, un 51%, según pronósticos de NewsNation, Decision Desk HQ y The Hill.
Los dos campos políticos saben que, una vez más, el estado será la llave que abrirá la puerta de la Casa Blanca como ya lo fue en 2016 para Trump, quien venció con el estrechísimo margen del 0,7%. Los 19 votos electorales, un electorado diverso y su reciente historial de alternancia entre candidatos demócratas y republicanos lo convierten en el más importante de los siete estados bisagra. También es el más poblado y, por lo tanto, tiene una variedad demográfica que es muy significativa, sobre todo en términos socioeconómicos, geográficos e ideológicos. Por ejemplo, tiene grandes áreas urbanas como Filadelfia y Pittsburgh, las cuales históricamente han votado demócrata, así como zonas rurales y pequeñas ciudades donde los republicanos obtienen su apoyo. Es decir, que los dos candidatos pueden competir y apelar a diferentes bloques de votantes.
El aumento de la polarización entre los partidos también se ha visto reflejado en esa dicotomía entre el campo y la ciudad, motivo por el que los patrones de voto en áreas rurales y urbanas de Pensilvania se consideran un barómetro general de las tendencias nacionales. Asimismo, cuenta con un significativo número de votantes que se consideran independientes y moderados, por lo que suelen votar más al candidato que al partido, algo que será decisivo si los comicios son tan ajustados como las analistas prevén. No en vano, sus más de 9 millones de votantes registrados eligieron al eventual presidente en 10 de las últimas 12 elecciones. Por ello, y según cálculos del analista electoral para la BBC, Nate Silver, el candidato que venza en el estado tiene más de un 90% de posibilidades de hacerse con la Casa Blanca.
Diversos analistas creen que Trump cuenta con cierta ventaja porque ha jugado a explotar el intento de asesinato que sufrió este verano en la ciudad de Butler, donde sobrevivió por unos milímetros a los disparos del francotirador veinteañero Thomas Matthew Crooks. Eso explica el motivo por el que, desde que el presidente Joe Biden abandonó la carrera presidencial, los demócratas hayan gastado 159 millones de dólares en publicidad, mientras los republicanos han invertido unos 121 millones, según un informe reciente de AdImpact. Si los demócratas ganan Pensilvania, Wisconsin y Michigan, junto con un distrito congresional en Nebraska, Kamala Harris será la próxima presidenta de Estados Unidos. En caso contrario, si los republicanos ganan y se llevan también Carolina del Norte y Georgia, Trump volverá al despacho oval. Además, los votantes también decidirán diversos escaños clave en el Congreso y el Senado, cuyo control también podría depender del resultado en el estado.