Fernando Alonso avisaba el sábado que estaba pilotando el 9º o 10º coche (de 10 en total), un monoplaza en la cola de la parrilla sin carga aerodinámica ni agarre en curva, un coche inconducible, pero que no arrojaba la toalla, consciente de que en lluvia podía suplir con sus manos las muchas deficiencias de su
Aston Martin. Y a la mañana siguiente, sobre mojado, lo intentó con todas sus fuerzas,
maravilló con el 2º mejor crono en Q2 y asegura que en su vuelta de Q3 "iba para pole". Pero acabó contra el muro en pleno milagro.
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