Le llaman Generalife Chico por su parecido al que hay junto a la Alhambra de Granada y es cierto que hay similitud entre ambos jardines, pero lo más interesante del primero, ubicado en la localidad de Vélez de Benaudalla , no está a la vista; hay que bajar para verlo. Porque debajo de los huertos de la época nazarí hay un jardín vertical digno de ser visitado, formaciones rocosas que ha creado el paso del tiempo, la erosión y el agua que brota de las piedras. La parte inferior del jardín es el interior de una montaña casi vertical desde la que se ve, al fondo, el río Guadalfeo camino hacia Motril . Esa montaña está llena de recovecos y cuevas en las que, por haber, hay hasta estalactitas y estalagmitas. El agua juega un papel fundamental en todo el trayecto, acompaña al visitante y hasta le puede proporcionar una ducha si no se anda con ojo en algunos tramos. Es un inconveniente que se puede superar con buen humor porque el recorrido merece la pena. Hay una vegetación exuberante y el paseo es especialmente apetecible cuando hace calor, porque la piedra reduce bastante la temperatura. Aunque claro, en ese caso hay menos agua y eso le resta encanto. También es reseñable el efecto que crean las luces, que iluminan las oquedades para hacerlas aún más majestuosas. En realidad no son muy grandes, aquello no son las cuevas de Nerja . Sólo se necesita un rato, y sobre todo ir con calzado adecuado, tener mucho cuidado con los resbalones y también con las cabezas, porque no siempre se puede caminar erguido por allí . El jardín nazarí, con todo lo que encierra, ha sido declarado Bien de Interés Cultural y data de la época nazarí. Se puede visitar de miércoles a sábado entre las 11 y las 14 horas y entre las cuatro y las seis de la tarde. Los domingos el espacio está disponible de once de la mañana a dos de la tarde. Los lunes y los martes cierra por descanso del personal. Las visitas pueden ser guiadas. Visitar el jardín nazarí es, por lo demás, una excusa perfecta para pasar un día de ocio. Si el viaje comienza en Granada y se va con tiempo, resulta más que recomendable desviarse hacia el Valle del Lecrín y recrearse con un paisaje casi inalterado, dominado por naranjos y otros árboles frutales, del que emergen de vez en cuando pequeñísimos pueblos que conservan el encanto y la esencia de antaño. Llegados a Vélez de Benaudalla, hay otros atractivos aparte del jardín. El principal, seguramente, el castillo de los Ulloa , sobre un promontorio rocoso que domina la ciudad. Ha sido destruido en dos ocasiones –primero, cuando los moriscos fueron expulsados y después, en la invasión napoleónica- pero ha sido reconstruido otras tantas y ahora alberga el Centro de Interpretación del Patrimonio de Vélez, por lo que verlo implica hacerse una idea muy aproximada de cómo han vivido por allí a lo largo de los siglos.