No es impostada la nostalgia –tampoco el punto de partida de una comparación retrospectiva y odiosa– con que los telespectadores de la Transición recuerdan los programas musicales que trasladaron a sus platós la fenomenología de la Nueva Ola. Por su versatilidad transgénero y su apertura de miras, el mejor fue 'Aplauso', de largo, sin otras ataduras que las promocionales, lo que permitió a Hugo Stuven acoger a las bandas y los cantantes, cada uno de su padre y de su madre, cruces de caniche y dóberman, que no cabían en espacios tan sectorizados y sectarios como 'La edad de oro', de un oscuro reglamentario y excluyente, o 'La bola de cristal', más colorista, pero reservado a una compañía estable de...
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