Para el Girona el trayecto en la Champions League es como aquella letra de Extremoduro, vivir es un camino empedrado de horas, minutos y segundos... Un sendero repleto de espinas y obstáculos en el que el afán por disfrutar se transforma en un sentimiento doliente. Una sola victoria en cuatro jornadas y mucha erosión a su paso. En los Países Bajos, otra derrota, la tercera, sin contemplaciones en el casillero. También en Eindhoven, la ciudad de los electrodomésticos y los televisores, el conjunto catalán sufre, pasa el mal trago de dos goles en contra y la bisoñez de su puesta en escena. El Girona quiere jugar como siempre, tocar y tocar , el fútbol aseado y vistoso, salir con sutileza...
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