El fútbol es un estado de ánimo. Y el Barça anda sobrado de autoridad, de convicción y de goles. Cuando esta edición de la
Champions League le exigía una tercera victoria seguida que le aupase a lo alto de la clasificación y la historia europea le reclamaba un golpe de autoridad y prestigio fuera de casa, el equipo de
Hansi Flick decretó ante el
Estrella Roja su nuevo mandato con una goleada incontestable. El infierno de Belgrado se apagó por completo. Y de
Maksimovic, que había retado a
Lamine, ni se supo.
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