En el otoño, no solo caen las hojas. En general, como algunas veces nos dicen las estadísticas que se ocupan de estos asuntos, cae, también, el ánimo. El sol parece cansado del fulgor y de la duración de los días del verano y deja de prestar asistencia a los necesitados de la luz. Caen las hojas, cae el ánimo y caen, también, porque nunca deberían faltar, algunas cosas buenas. Los premios, las recompensas. Con independencia de los merecimientos que se tengan, los premios caen. Siempre tienen ese rasgo de azar, de capricho. Quienes hayan sido miembros del jurado de un concurso lo deben de saber. No es tarea fácil. Cada miembro del jurado —los casos que conozco de primera mano...
Ver Más