En su segundo largometraje como director, el primero fue 'La madriguera', Kurro González vuelve a filmar los interiores esquinados y sombríos de un personaje, y también interpretado por el mismo actor, Francisco Conde, probablemente una estupenda persona pero que sabe escribir en su rostro el vacío y llenarlo de las más retorcidas sugerencias. Aquí es un hombre corriente, vulgar, de vida ordenada en lo laboral y lo familiar, aunque la cámara no tarda en recoger de entre esa 'normalidad' unas miradas, unas intenciones, unos pensamientos que te animan a ponerle vigilancia. Frente a él, un tipo entre aburrido y siniestro, está su encantadora mujer, que interpreta con una alegría inmerecida (dadas las circunstancias) Alba Loureiro, feliz, risueña, enamorada; y también...
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