Los grandes medios del mundo abandonan X, la red social plagada de fake news, violencia y ultraderecha
En un movimiento inesperado para el ecosistema digital, dos de los medios más prominentes del mundo, el medio británico The Guardian y el español La Vanguardia, han decidido desvincularse de la red social X, anteriormente conocida como Twitter.
Esta decisión se ha gestado en un contexto de creciente inquietud respecto a la dirección que la plataforma ha tomado bajo la propiedad de Elon Musk desde su adquisición en 2022. Ambas publicaciones han expresado su preocupación por lo que consideran un ambiente cada vez más hostil, marcado por la polarización del discurso, la proliferación de teorías conspirativas y la desinformación, pero además plagado de discursos ultraderechistas y arengas al odio.
El anuncio, que ha causado revuelo en el ámbito informativo, se alinea con una tendencia en la que los medios tradicionales evalúan cuidadosamente su influencia en plataformas de redes sociales. The Guardian fue el primero en clausurar sus cuentas, un gesto impactante dado su alcance digital de casi 27 millones de seguidores y un total de 80 perfiles en la plataforma. El medio británico ha calificado el entorno de X como “tóxico”, aduciendo la incapacidad de controlar la diseminación de mensajes de odio y narrativas engañosas, especialmente aquellos que provienen de sectores de extrema derecha.
Controversias que rodean a la plataforma
La decisión de The Guardian no se ha tomado de manera aislada. Se produce en un contexto marcado por las recientes elecciones presidenciales en Estados Unidos, donde la influencia de Musk en X ha suscitado numerosas controversias.
Durante este proceso, el fundador de Tesla demostró un apoyo explícito a la candidatura de Donald Trump, utilizando la red social como un canal para influir en la opinión pública. Este comportamiento ha hecho que el medio se replantee su presencia en la plataforma, que, en su opinión, favorece un contenido polarizado y alarmante que contradice su compromiso con el periodismo riguroso.
Además, la adquisición de Twitter por parte de Elon Musk, que se realizó por la impresionante suma de 44 mil millones de dólares, ha traído consigo una serie de cambios significativos, especialmente en términos de políticas de moderación. Con este cambio, se han permitido nuevamente las cuentas de personajes que habían sido previamente prohibidos, generando un clima de preocupación sobre el papel de la red social en la promoción de discursos peligrosos. Para muchos críticos, la narrativa de Musk sobre la “libertad de expresión ilimitada” ha derivado en un problema de desinformación, obstaculizando el trabajo de los medios por ofrecer información veraz.
El propio Musk ha defendido su postura, citando una célebre frase que reza: “Vox Populi, Vox Dei”, insinuando que permitir que todos los puntos de vista se expresen es esencial para el funcionamiento de una democracia. Sin embargo, esta filosofía ha generado desconfianza, ya que varios medios de comunicación sostienen que el aumento del contenido incendiario a través de X puede llevar a una conversación pública menos constructiva.
PBS y NPR habían abandonado X: ¿lo harán más medios?
La salida de The Guardian y La Vanguardia representa un golpe duro para X, ya que la plataforma pierde dos fuentes reconocidas de contenido informativo de calidad. Aunque ambos medios han indicado que sus periodistas podrán seguir utilizando X de manera personal, las actividades institucionales quedarán significativamente limitadas. La desaparición de estas voces influyentes podría acentuar la desinformación, considerando que su reemplazo por fuentes menos rigurosas podría contribuir a una difusión más amplia de noticias no verificadas.
The Guardian y La Vanguardia se suman a una lista de medios que ya han expresado su descontento con el rumbo que ha tomado la plataforma, entre los que figuran la radio pública NPR y la televisión pública PBS en Estados Unidos, quienes también suspendieron sus cuentas en el último año. Este exodo, que refleja una tendencia creciente, pone de manifiesto las tensiones entre los medios de comunicación y las redes sociales, así como la lucha por mantener estándares informativos en un paisaje digital en constante cambio.
La libertad de expresión: límites y consideraciones a un derecho que conlleva muchísima responsabilidad
La libertad de expresión es un pilar fundamental de las sociedades democráticas, garantizando el derecho de las personas a expresar sus opiniones y ideas sin temor a represalias. Sin embargo, el debate contemporáneo sobre si esta libertad debe ser absolutamente ilimitada o si debe tener restricciones ha cobrado mucha relevancia, especialmente en un contexto donde las plataformas digitales han incrementado la difusión de información y desinformación.
Los defensores de la libertad de expresión absoluta argumentan que cualquier restricción a este derecho esencial puede ser un paso hacia la censura y la opresión. Expertos en derechos humanos sostienen que la libre circulación de ideas, incluso aquellas que son impopulares o incómodas, es crucial para el progreso social y la innovación.
Según ellos, la verdadera esencia de la libertad de expresión radica en proteger no solo las voces mayoritarias, sino también aquellas que enfrentan el riesgo de ser silenciadas. “La libertad de expresión es un baluarte de la democracia, y su protección incondicional es esencial para asegurar un debate saludable en la sociedad”, afirma un especialista en derecho constitucional.
Por otra parte, hay quienes señalan que una interpretación ilimitada de la libertad de expresión puede llevar a consecuencias negativas. La proliferación de discursos de odio, la difusión de desinformación y la incitación a la violencia son ejemplos de cómo una falta de límites puede generar un ambiente hostil que atenta contra los derechos de otros.
Muchos expertos en sociología y comunicación consideran que, si bien la libertad de expresión es crucial, debe ser equilibrada con la responsabilidad y la ética. “La libertad de expresión no es absoluta, y siempre debe coexistir con la responsabilidad de no causar daño a los demás”, argumenta un académico especialista en ética pública que conversó con LARED21.
El fenómeno de las redes sociales ha añadido nuevas dimensiones a este debate. Los algoritmos que rigen estas plataformas pueden amplificar mensajes dañinos, y la responsabilidad de moderar el contenido se ha vuelto un asunto candente. Alejandra Arguedas, experto en comunicación digital, enfatizó la importancia de una moderación sensible que proteja tanto al discurso libre como a las audiencias de la desinformación. “Las redes sociales tienen el poder de influir en la opinión pública de manera sin precedentes. Por lo tanto, deben contar con políticas que no solo promuevan la libertad de expresión, sino que también protejan de contenidos que puedan ser nocivos”, explicó.