Ha sido un año agotador, pero todavía continúa en pie y con ganas de terminar el curso de la mejor manera posible. No ha podido clasificarse para la semifinal de la Copa de Maestros, pero Carlos Alcaraz aprenderá de su frustrante derrota ante Alexander Zverev y será mejor en el próximo torneo. Uno al que llega ya este sábado y que tiene muchísimos alicientes: una Copa Davis única por ser la despedida de Rafael Nadal. «Probablemente sea el torneo más especial que vaya a jugar en mi carrera. La Copa Davis es un torneo que me encantaría ganar algún día. La ilusión por representar a España es lo más grande del mundo. Y tener a Rafa al lado, sabiendo que será el último torneo, lo hará más especial. Intentaré ayudar al equipo y aportar lo que pueda, por mí, por España y por Rafa. Es el jugador que más se merece terminar la increíble carrera que ha tenido con un título. Y sé lo especial que es para él la Copa Davis. Un reto difícil, pero motivante para dárselo a España. Es mucho más importante la despedida de Rafa. Copa Davis hay todos los años, pero una leyenda del deporte, lamentablemente, solo se retira una vez. Es superimportante para mí, y poder ganarla para España, pero personalmente me hace mucha ilusión estar al lado de Rafa en su despedida. Es una cita increíble y ojalá se dé con la Copa todo el equipo», explicó el jugador, ya mirando al futuro que pasa por Málaga. Pero se lleva unas cuantas lecciones de esta semana quizá demasiado corta en Turín. Ha podido con el enfriamiento, y a pesar de que no tenía todo en su sitio para desplegar su mejor tenis, ha cumplido con creces con dos buenos partidos, ante Rublev y Zverev. «Ha sido una semana difícil, luchando con problemas físicos, pero también una torneo estupendo, es un privilegio jugar con los mejores del año. Aprenderé de esto. He jugado un buen tenis esta semana. Hoy me he enfrentado a uno de los mejores con un tenis sólido y he estado ahí. Un poco decepcionado pero feliz por haber jugado este torneo una vez más». También ha mostrado una cara menos visible, enfadado desde final del primer set consigo mismo, con su banquillo, con la raqueta y con el mundo entero. Pocas veces se lo ha visto tan desubicado, desquiciado, frustrado y hasta agresivo en sus gestos, sus palabras, sus movimientos. Ya había tenido un arrebato de ira en Cincinnati, y aquí, aunque más leve, vuelve a destapar esa cara tantas veces escondida por la sonrisa de cuando todo sale bien. «En el tie break ha habido algunos puntos que lo podía haber hecho mejor, sin duda. En el 6-5 no sé qué se me ha pasado por la cabeza para volear esa bola. En el tenis tienes que decidir en menos de un segundo, a veces decides algo que no toca, otras veces es la opción correcta. Puedes decidir una tontería y perder así el set duele. En el segundo set, he tenido un 40-0 que he perdido con golpes tontos y se me ha complicado. Algún 30-30 que he jugado con una bola fuera a la primera, un 15-40 que he jugado mal. Cosas que tengo que aprender», asumía más calmado. La frustración también llega del cansancio, que han sido unos días muy intensos en los que le costaba respirar y la pelea contra los elementos llega en noviembre, con la reserva de la gasolina casi a cero. «Va a ser imposible llegar a esta parte de la temporada fresco, pero tengo que jugar mi mejor tenis aun estando cansado. No sé si es lo correcto o no, pero cada entrenamiento suma. A cada torneo, al que vas ir con la máxima ilusión posible. Lo principal es que no te cueste ir a los entrenamientos, llegar al final y tener el mismo nivel que al principio y con los días», propone como solución. Por ahora, los días siguientes llegan cargados de ilusión, y en equipo, que siempre es todo más llevadero.
