La inversión en startups avanza, mostrando mayor madurez
El sector tecnológico está siendo uno de los motores de la nueva economía, y dentro de él, las startups juegan un papel fundamental a nivel global. En todo el mundo se están desarrollando políticas y normativa para favorecer la inversión en estos proyectos, futuras empresas, que tratan de dar solución a diversas necesidades de empresas y de la sociedad empezando por una gran idea.
En España, las startups son uno de los grandes valores de progreso en nuestro país. Cada vez son más las personas que se lanzan a emprender, aunque aún queda mucho por hacer en la creación y maduración de un ecosistema propicio a este tipo de actividad.
No obstante, ya son muchos los pasos que se han dado en este sentido, y se espera que en los próximos años se mantenga y asiente esta tendencia.
Para debatir y comentar esta cuestión, LA RAZÓN ha organizado la mesa de debate «Wayra: Corporate Venture Capital de Telefónica, inversor de startups desde la fase seed hasta la fase scale up», que ha contado con cuatro ponentes expertos en el sector: Pablo Moro, Director de Wayra Ventures; Borja Santos, Director Leadwind; Natalia Adler, Chief Strategy Officer de Mitiga Solutions; y Marcel Queralt, Chief Business Officer de Factorial. El debate estuvo moderado por la periodista y experta en tecnología Arantxa Herranz.
Habiendo emprendedores e inversores, una primera cuestión parece clara: ¿qué determina que un inversor se decante por uno u otro proyecto? Pablo Moro, como director de Wayra, el CVC de Telefónica, apuntó que el prefijo Corporate añade un matiz importante, pues « las startups en las que invertimos desde Wayra, además de ser atractivas financieramente desde Wayra, tienen que ayudarnos en cubrir necesidades de Telefónica». En este sentido, que una startup esté en el portfolio de un CVC tiene un valor triple, explica Moro: «aporta credibilidad, porque junto a Wayra está una gran empresa como Telefónica; aporta aprendizaje, porque tenemos a los mejores expertos en todas nuestras áreas de negocio; y aporta los canales y redes de distribución con los que cuenta Telefónica para llegar a cientos de millones de personas».
Para Marcel Queralt, CFO de Factorial, startup española catalogada de «unicornio» (esto es, compañías creadas hace menos de diez años que, sin cotizar en bolsa ni haber sido adquiridas por un tercero, logran un valor de 1.000 millones de dólares o más a nivel mundial), el acceso a capital «es lo que marca la diferencia, pero también hay que tener ambición para hacer proyectos revolucionarios. Este es el camino para ser referentes a nivel mundial», explica. Para Queralt es muy importante que inversor y emprendedor hablen el mismo idioma.
Coincidiendo con él , Borja Santos explica cómo la ambición y el pensar en grandes mercados es esencial para plantearse una inversión. Para ello, «que un producto tenga una alta defensibilidad es primordial, y se basa en que la tecnología que desarrollan es buena y, además, hace que sus clientes se puedan expandir», comenta.
Intereses alineados
Por su parte, Natalia Adler se posiciona en el otro lado de la mesa: «las startups deberíamos poder escoger quién invierte en nosotros, porque debemos estar seguros de que el inversor está perfectamente alineados con nosotros». Para ello, continúa Adler, «en la estrategia es más importante tener claro qué es lo que no queremos hacer, por encima de lo que queremos ofrecer». El trabajo de buscar inversión es muy duro, y es necesaria una «fuerte resiliencia emocional», explica, por eso es importante diversificar el equipo al máximo: «en Mitiga Solutions tenemos a personas de más de 20 nacionalidades y un 42% son mujeres. Esto nos hace ver con más claridad con quién queremos hacer nuestro viaje», concluye Adler.
Esta claridad de ideas se traduce en una mayor credibilidad y confianza a la hora de explicar la idea y el proyecto, logrando así más mejores inversiones. De esta forma, explica Pablo Moro, se llega al escenario en el que «las mejores startups son quienes eligen a los inversores, y no al revés, como podría pensarse».
Modelos escalables
Lo que parece claro es que, para poder crecer, para que una startup crezca hasta ser una gran empresa, es necesario que su proyecto sea escalable, es decir, que tenga proyección para ofrecer su producto a clientes de todo el mundo. «Para escalarse hay que salir fuera», explica Marcel Queralt.
Para Queralt escalar es imprescindible, pues «si quieres ser el mejor en algo hay que crecer cada año, y para eso hay que superar los límites de fronteras y ofrecer un producto y un servicio global».
Sin embargo, la escalabilidad conlleva un esfuerzo muy grande. «A la hora de escalar hay que tener en cuenta muchas variables: la normativa del país, su cultura, el cambio horario, la necesidad de, seguramente, tener que viajar mucho a esos países, son elementos que hay que valorar», comenta Queralt. Si hay un gran mercado, continúa, «es interesante, pero no deja de ser uno de los mayores retos a los que se enfrenta un emprendedor».
Pablo Moro apunta que, como en todo, la escalabilidad tiene pros y contras. En Wayra «invertimos de forma global, y en cada mercado miramos lo mejor de cada uno, buscando las tecnologías de vanguardia más disruptivas».
Para Borja Santos, el trabajo de la escalabilidad empieza mucho antes de abrir un mercado en otro país. «Antes de vender tienes que conocer a quién vendes y cómo de competitivo está ese mercado en tu sector». En este sentido, la existencia de grandes empresas en ese nuevo país puede ayudar mucho a entender estas variables, pues para Borja Santos, un punto muy importante de la escalabilidad es que «ampliar un mercado no es vender, es aprender. Una vez lo conoces a la perfección estás listo para ampliar tu empresa en ese país», explica.
En cuanto a los mercados donde escalar, por coincidencias culturales, «Latinoamérica ofrece un encaje muy bueno», comentó Marcel Queralt. Un enfoque en el que coinciden los cuatro ponentes de la mesa de debate.
Retos de futuro
Otro de los temas tratados en la mesa de debate fueron los próximos pasos, los retos de futuro, determinados por la maduración del mercado y el cambio cultural necesario para llegar a cotas de inmersión como en Estados Unidos o China. Para Marcel Queralt es un cambio que llegará; «tarde o temprano veremos cómo las grandes empresas españolas serán las tecnológicas de nueva creación», asegura.
Además de la maduración del mercado de inversión en startups, donde hace falta también la presencia del sector público en la aceleración de nuevas empresas, también se habló no sólo de invertir en, sino de comprar startups como paso previo al salto de estas a la cotización en bolsa. En opinión de Pablo Moro, «estamos más cerca de que grandes corporaciones compren empresas, por delante de que éstas den el salto al IBEX35», un argumento compartió Borja Santos.
Para Natalia Adler, el hecho de que existan pocos unicornios en España no es bueno para el resto de startups, por lo que ve fundamental la estimulación de otros proyectos para favorecer su crecimiento y ofrecer nuevas oportunidades de escala.
Con estas consideraciones se dio por finalizada la mesa de debate y análisis. Arantxa Herranz agradeció a los ponentes su presencia y a las personas que pudieron seguir el encuentro a través de streaming.