Rebajas del 60% en el Black Friday: ¿son realmente un "chollo”?
Fiebre de consumismo generalizado. Esto es lo que genera el conocido Black Friday a muchas personas en nuestro país. El próximo 29 de noviembre tendrá lugar este evento de consumo, día en el que miles de españoles podrán aprovechar grandes descuentos que incluso superarán el 70% para comprar sus productos favoritos o regalos navideños a un precio menor del habitual.
Resistirse a este tipo de descuentos parece casi imposible para muchos. Y es que, casi ocho de cada diez españoles (76%) se dejarán seducir este año por las ofertas que se apliquen este "viernes negro", haciendo alguna compra, según revela la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Asimismo, el gasto medio previsto será de 201 euros, aunque un 15% de entre quienes piensan gastar algo planea comprar por un valor de 500 euros o superior durante esta campaña. No obstante, lo barato puede salir caro, dado que el Black Friday no siempre es sinónimo de rebaja. Tanto es así, que esta organización señala que en 2023 sólo el 14% de los productos bajó de precio, mientras que el 36% se encareció.
Por su parte, desde el blog de BBVA "Mi Jubilación" también han querido alertar a aquellos que decidan comprar este día, asegurando que un producto que está rebajado un 60% o un 70% no tiene por qué ser un "chollo" o una "ganga". Los consumidores suelen fijarse en este porcentaje para tomar sus decisiones de compras en vez de tener en cuenta el precio de partida o si el final es "realmente competitivo" para la calidad del producto. Esto es lo que se conoce como el sesgo del anclaje y muchas webs o apps de venta están basadas en este.
El porcentaje ancla a los consumidores a un precio o característica de un producto, "hasta convertirlo en la base del resto de razonamientos que hagamos, aunque no estuviese para nada relacionado o fuera dado sin ningún criterio", señala la entidad bancaria. Para evitar este sesgo, se deberán comparar las ofertas que se encuentran con los precios que tienen estos mismos productos en otros portales o web de venta online.
El sesgo del anclaje se produce también con la diferencia en el precio que una persona está dispuesta a pagar en función de cómo se le presenta un producto o en qué lugar lo va a comprar. Por ejemplo, se acude a una óptica a comprar unas gafas de sol y ofrecen dos opciones de similares características: una por un precio de 100 euros y otra por 200. Sin embargo, estas segundas gafas están rebajadas un 50%, por lo que su precio final son 100 euros. Ante este contexto, es muy probable que el consumidor compre las gafas rebajadas pese a que cuesten lo mismo que las que no lo están. "Los 200 euros son el precio que servirá de ancla y que condicionará nuestra decisión", sentencian.