El crédito de un mentiroso
¿Qué crédito merece que un mentiroso comprobado, como Pedro Sánchez, llame mentiroso al delincuente Aldama? La verdad es que los normales, los que no pactamos con partidos que nos «quitan el sueño», ni encargamos nuestra tesis doctoral a «negros subalternos», estamos superados por lo que vemos y oímos. Reconozco que la cabeza me explota con las revelaciones del amigo empresario de José Luis Ábalos. Hay aquí mucho trabajo para la Policía judicial, que tendrá que comprobar si este ladrón pagó 15.000 euros a Santos Cerdán, numero tres del PSOE, por una licitación irregular a favor de una constructora; 25.000 al secretario del gabinete de María Jesús Montero, Carlos Moreno, para que Hacienda aplazase las reclamaciones a una empresa en apuros y entre 300.000 y dos millones de euros al ex ministro corrupto de Transportes, en concepto de comisiones por mascarillas. Son tantos los datos y Aldama se juega tanta cárcel que resulta difícil creer que mienta en todo, pero se necesitan pruebas.
Ahora bien, hay detalles de la declaración del pájaro que cantan por sí mismos la traviata. Por ejemplo, que Delcy Rodríguez no llegó improvisadamente a España, como afirmó Sánchez: tan preparada estaba la visita que se encargó a Víctor de Aldama que le buscase un piso para su estancia y se encomendó al CNI revisarlo. ¿Acaso no hay medios en un estado democrático para saber, por los propios espías, si esto es verdad?
O, por ejemplo, que el rescate de Air Europa estuvo precedido de reuniones de Aldama con Pedro Saura, secretario de Transportes ¿Acaso no vamos a tener acceso en un estado democrático a las agendas del jefe de gabinete para comprobar estos encuentros?
O, en tercer lugar, que Begoña Gómez se reunió, al menos una vez, con la ministra Teresa Ribera para, prevaliéndose de su cargo, auspiciar un proyecto de desarrollo para la España vaciada en el que participasen empresas que la financiaban a ella en su Africa Center, como Wakalua, filial de Globalia. ¿De verdad un estado democrático carece de medios para reconstruir las visitas de la mujer del presidente y saber si Wakalua estaba embarcada en proyectos rurales?
Me da igual si fue Sánchez o fue Cerdán quien recomendó Koldo a Ábalos, lo que yo quiero saber es por qué todos se conocían entre sí, comían y se paseaban juntos, se contrataban unos a otros, no sólo en la Administración o el círculo de los conseguidores, sino en las empresas que esponsorizaban a Begoña Gómez. Hablamos de una mafia de estado, de una trama que involucra a la familia de Pedro Sánchez y lo pone al frente de una red de ministros, secretarios de gabinete, empresarios corruptos y conseguidores para lucrarse y beneficiarse mutuamente. Si esto es verdad, ya no se trata de que el Gobierno cese, es que todos ellos han de ir a la cárcel.
No es dinero, ni relaciones, o no tan sólo, es la credibilidad de España como institución.
Siempre según Aldama, el Gobierno español está asociado al Gobierno dictatorial de Venezuela, hasta el extremo de mediar para que Caracas devolviese 200 millones que al parecer se debían a Air Europa. A su vez, los jefes de Air Europa sostenían los negocios de Begoña Gómez, como publicitadores del Africa Center y sus másteres en la universidad. El Gobierno rescató a cambio a la aerolínea con 400 millones de los contribuyentes. Y los ministros del Gobierno cobraban mordidas de los negocios de los conseguidores con la Administración. Si añadimos que un comandante imputado de la Guardia Civil proporcionaba a los delincuentes líneas telefónicas seguras, aquí hay material para apearse del país. Ya no se trata de salvar o no a las personas involucradas, es la credibilidad del sistema la que hay que salvaguardar. La fe de los ciudadanos –que son contribuyentes– en los contratos de sus gestores, en las relaciones de sus dirigentes y la moralidad de los que mandan.