El título más peleado y merecido de Max Verstappen
En 2021, la F1 vivió uno de los finales más apretados e intensos de su historia. Ocurrió en Abu Dabi. Una neutralización dejó que la batalla por el campeonato se jugara en la última vuelta de la última carrera del año. Hamilton no pudo frenar a Verstappen en la tercera curva. Esa temporada hubo máxima igualdad y desde entonces, con la llegada del nuevo reglamento, Red Bull dominó las siguientes campañas. 2022 y 2023 fueron prácticamente un paseo para el piloto neerlandés. Pero en 2024 las cosas fueron muy distintas. Max debió sacar toda la bestia que lleva dentro para proclamarse campeón del mundo por cuarta vez. Supera así a leyendas como Senna, Lauda y Piquet (que además es su actual suegro) e iguala a mitos como Alain Prost y Sebastian Vettel.
Este año, al margen de las revueltas que se han producido dentro de la escudería energética con la salida de Newey y el deseo de Verstappen para salir a Mercedes, el coche no ha sido el mejor. De hecho, McLaren, tras un comienzo dubitativo, tiene el monoplaza más completo e incluso Ferrari también y en algunas ocasiones Mercedes fue mejor. Sin embargo, Verstappen, poco a poco, fue gestionando la ventaja que acumuló en las primeras carreras y realizó auténticos carrerones con un chasis que era inferior. Pero sus rivales no supieron aprovechar la ventaja de tener un coche más competitivo, sobre todo, su rival directo, Norris, que pasará a la historia de la F1 por haber tenido un monoplaza mejor y no ser capaz de disputar el título. Verstappen demostró que es el mejor piloto de la actual parrilla de salida y en 2024 lo dejó más que claro.
Con apenas 18 años debutó en la F1 en el equipo Toro Rosso, y la temporada siguiente, sólo cuatro carreras después, ascendía directamente a Red Bull. Debutó en Barcelona y ganó. Sólo unos meses antes había rechazado una oferta de Mercedes. Aquella decisión parece que fue acertada. Desde entonces se convirtió en la pesadilla de cualquier piloto que pretendiera adelantarle porque siempre fue y es muy agresivo, salvo hoy cuando se estaba jugando el título. Fue una jugada de Helmut Marko, el ex piloto que dirige los destinos de Red Bull en el motorsport designado por el multimillonario dueño de la compañía energética. Red Bull pasó varios años malos siempre culpando al motor Renault hasta que un día de 2017 se encontraron con la maniobra de Fernando Alonso y Zak Brown (jefe de McLaren) para echar a Honda de McLaren. El acuerdo lo consiguieron gracias a este empuje y porque Red Bull aceptó que el fabricante japonés suministrara motores a su equipo B, Toro Rosso.
Un año después, Honda ya montaba sus unidades de potencia en Red Bull y poco a poco, con la inestimable colaboración de su director técnico, Adrian Newey, consiguieron encajar el motor en el chasis. El mismo reto que Newey tendrá el próximo año en Aston Martin. Fue entonces cuando en 2021 Verstappen tuvo un coche para intentar ganar. Fuera de la pista, Verstappen es todo un ídolo en Holanda. El país atraviesa un fenómeno parecido al que tuvo España con la “Alonsomanía”. Vive en Mónaco y sale con Kelly Piquet, hija del tricampeón del mundo Nelson Piquet, un piloto que bien podría ser el Verstappen de aquella época (los 80 y 90) por su agresividad. Le apodan “Mad Max” y, como todos los pilotos que salen de Red Bull, sus ganancias no tenían nada que ver con las de otros pilotos hasta que en la escudería energética se dieron cuenta de que dejarle marchar sería un error y en su academia no había nadie que le sustituyera. Firmó un nuevo y multimillonario contrato en 2022 y hoy volvió a conseguir su cuarta corona. La era Verstappen puede que vaya para largo.