Sin impunidad ni excusas: un compromiso contra la violencia, por Rossana Dudziak
La violencia contra las mujeres es una de las formas más graves y extendidas de violaciones a los derechos humanos, y una crisis de salud pública alrededor del mundo. Detenerla exige la acción conjunta de todas las personas y sectores de la sociedad.
Sus efectos resisten el paso del tiempo, limitando el potencial de las mujeres y generando daños que se extienden a los hogares y a la sociedad en su conjunto. El perjuicio acumulado sobre el talento, la productividad y la participación en la sociedad de millones de mujeres es un lastre para el desarrollo sostenible de los países.
Este problema universal también afecta al Perú, en todo su territorio y en todas las edades. En 19 departamentos, más de la mitad de las mujeres entre los 15 y los 49 años declaró haber sufrido violencia alguna vez en su vida por parte de su pareja, según la última encuesta Endes 2023 del INEI. 33.5% reportó haber sufrido violencia psicológica o verbal; 7.6%, violencia física; y 1.9%, violencia sexual en los últimos 12 meses previos a la encuesta, de acuerdo con la misma fuente. Además, entre enero y septiembre de 2024, los Centros Emergencia Mujer (CEM) atendieron 105 106 casos de violencia sexual en los que la persona afectada era mujer (84.6% del total) y 46 113 casos, en los que se trataba de niños, niñas o adolescentes (37.2%), en su mayoría mujeres.
Detrás de los casos reportados, hay muchos más que no son denunciados, en los que las víctimas no encuentran justicia y cuyos perpetradores permanecen impunes. Los agresores, en la gran mayoría de casos, son hombres conocidos por las víctimas, a menudo dentro de los mismos hogares.
La violencia es una amenaza cercana, que se asienta sobre normas sociales muy arraigadas que perpetúan estereotipos, prejuicios y discriminación. Combatir este problema requiere cambios profundos en la sociedad para abordar los factores que lo sustentan y prevenirlo. Empoderar a las mujeres y reducir las desigualdades son estrategias esenciales en este sentido.
La evidencia muestra que las mujeres enfrentan barreras en todos los ámbitos que las colocan en desventaja. En términos de autonomía económica, persisten retos significativos para superar la pobreza monetaria y de tiempo que les afecta de manera desproporcionada, generándoles una sobre carga de trabajo de cuidados, además de la discriminación laboral. En cuanto a su autonomía física, su acceso a servicios de salud, incluidos los de salud sexual y reproductiva, es insuficiente, como reflejan las tasas de mortalidad materna y embarazo adolescente. En el ámbito de la toma de decisiones, su representación en altos cargos políticos y otras esferas de poder sigue siendo limitada.
La violencia contra la mujer atraviesa todos los aspectos de la vida en sociedad. Por eso, todas las personas debemos actuar para prevenirla, erradicarla y poner fin a la impunidad. Bajo el lema de la campaña “¡No hay excusa!”, desde las Naciones Unidas, hacemos un llamado al Estado, los partidos políticos, la academia, el sector privado, a la sociedad civil, los medios de comunicación y a cada hogar peruano para invertir mayores esfuerzos y recursos en la prevención de la violencia contra las mujeres, de todas las edades y en su diversidad.
Este año se conmemora el 30° Aniversario de la Plataforma de Acción de Beijing, creada en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer. Con su adopción por 189 Estados Miembros de la ONU, incluido el Perú, los países se comprometieron a eliminar la violencia, la discriminación y las barreras que impiden la participación de las mujeres, en iguales condiciones que los hombres, en todas las esferas de la vida.
Desde cada uno de nuestros roles en la familia, el trabajo y la sociedad, podemos contribuir a construir un Perú libre de violencia contra las mujeres. No hay excusas para ser cómplices silenciosos ante esta problemática. Mostremos a las mujeres y niñas que no están solas, apoyemos a las organizaciones que defienden sus derechos y erradiquemos los estereotipos que perpetúan la violencia.
A su vez, invertir en los derechos y el empoderamiento de las mujeres y las niñas, así como en la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, es fundamental para cambiar las normas sociales que subyacen a la violencia. Es además un paso necesario para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Las 22 entidades de las Naciones Unidas en el Perú estamos comprometidas con la prevención de la violencia contra la mujer y la atención a las víctimas. Estamos prestas para redoblar esfuerzos con todos los sectores del Estado y de la sociedad para poner fin a toda expresión de violencia y discriminación contra las mujeres, especialmente en los grupos en situación de vulnerabilidad, y así construir un futuro más justo, próspero y sostenible, donde nadie sea dejado atrás.