Cómo lidiar con las amenazas arancelarias de Trump
Que Donald Trump anuncie aranceles y extorsione a sus socios comerciales semanas antes de entrar en funciones es fiel a su estilo. Su elección de víctima siempre iba a tener un elemento aleatorio.
Canadá ha sido golpeado a pesar de alinearse con el comercio de Estados Unidos a lo largo de los años, incluyendo la imposición de aranceles a los vehículos eléctricos chinos. México ha tenido una relación más díscola con EE.UU., pero el acuerdo comercial trilateral México-EE.UU.-Canadá (T-MEC) se ha mantenido. China puede ser el adversario conocido, pero las Bolsas locales no se inmutaron ante la publicación de Trump a última hora de la noche en las redes sociales; los inversores esperaban una suba de aranceles mayor que el 10% con el que Beijing fue amenazada.
Pero dado que la política arancelaria de Trump intenta alcanzar varios objetivos totalmente contradictorios, la inmigración y el comercio de drogas eran, francamente, un objetivo tan probable como cualquier otro. Para el presidente electo de EE.UU., los aranceles no son sólo política comercial como tal. También son una forma de influencia geopolítica.
El instrumento exacto que utilizará para aumentar los aranceles sigue sin estar claro, aunque para hacerlo el día de la toma de posesión, el 20 de enero, probablemente será necesaria la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (Ieepa, por sus siglas en inglés) que, como su nombre indica, implica declarar un estado de emergencia nacional. Richard Nixon utilizó la ley precursora de la Ieepa, la Ley de Comercio con el Enemigo, para imponer un arancel general del 10% a las importaciones en 1971, en medio del colapso del sistema de tipos de cambio fijos de Bretton Woods.
Analizar las reacciones de los mercados de alta frecuencia puede ser muy engañoso como guía de la dirección a mediano plazo de la política: Trump podría dar marcha atrás mañana. Sin embargo, es notable que el instinto de los traders haya sido comprar dólar en lugar de vender. En sí mismo, esto no es un shock: la teoría y (a menudo) la práctica muestran que los aranceles tienden a apreciar el tipo de cambio.
Sin embargo, esto irá en contra de otro de los objetivos profesados por Trump para los aranceles: bajar el déficit global de EE. UU. Después de que el presidente electo anunciara el fin de semana que el gestor de hedge funds Scott Bessent iba a ser nombrado secretario del Tesoro, el dólar se suavizó un poco, quizá por la expectativa de que, al atacar la independencia de la Reserva Federal, como ha sugerido Bessent, su nombramiento significara que las tasas de interés serían más bajas de lo esperado.
Los aranceles selectivos tienden a reorganizar las redes de producción y comercio en lugar de repatriar la producción, como aprendimos de su primer mandato, cuando los fuertes aranceles aplicados a las importaciones procedentes de China sólo significaron que las mercaderías se desviaban a través de países como Vietnam, o incluso México. Aunque Canadá y México registran un superávit comercial con EE.UU., en contraste con países como China, registran déficits comerciales globales frente a todos sus socios comerciales. Reducir aún más sus exportaciones globales, si ese es el efecto de los aranceles, no reducirá los desequilibrios mundiales.
En términos prácticos, ¿qué significan las tarifas a Canadá y México? Si Trump quiere que se apliquen al petróleo y gas, podría tener un impacto rápido en los precios para los consumidores en EE.UU. -lo que sería exactamente lo opuesto a lo que prometió durante su campaña electoral. Aunque EE.UU. se ha convertido en un exportador neto de petróleo, en 2022 todavía importó 8,3 millones de barriles diarios (mbd) de productos petroleros de un consumo total de 20,3 mbd, de los cuales aproximadamente el 70% provino de Canadá y México. Más de un tercio de las exportaciones totales de Canadá a EE.UU. son hidrocarburos. No es gratis cambiar entre producción nacional e importaciones.
Por otro lado, ambos países están profundamente integrados en las cadenas de suministro, especialmente en la industria automotriz, un patrón que la renegociación de Trump del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta) hacia el T-MEC, en su primer mandato, cambió poco. En 2022, casi un tercio de los u$s70 mil millones en exportaciones de vehículos a motor de México hacia EE.UU. -México y Canadá representan más de un tercio de las importaciones automotrices de EE.UU.- eran en partes y componentes. Un aumento en las tarifas podría crear cuellos de botella en la red de producción, ya que un insumo importante de repente podría aumentar de precio.
¿Cuáles son las opciones de Canadá, México y China, y en realidad las de otros socios comerciales como la Unión Europea que se están preparando para una coerción similar? La opción más inmediata es prometer vagamente hacer algo sobre la inmigración y el fentanilo, con la esperanza de que esto le permita a Trump presentar su jugada como un éxito, incluso antes de suceder a Joe Biden en el cargo.
Uno de los episodios más exitosos de la gestión de Trump en su primer mandato fue cuando el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, prometió que la UE compraría soja y gas natural licuado a cambio de que Trump retrasara las tarifas a los autos. Las promesas no fueron más que declaraciones vacías -el presidente de la comisión no tiene esos poderes- pero Trump pudo llamarlo una victoria.
Otra estrategia para los socios comerciales sería ver si las fuerzas contrapuestas dentro del sistema de EE.UU. logran imponerse. Durante su primer mandato, Trump estuvo a punto de salir del Nafta antes de ser persuadido por su secretario de Agricultura, Sonny Perdue, y su secretario de Comercio, Wilbur Ross, de que eso perjudicaría a los agricultores y los estados fronterizos. En cambio, optó por una renegociación bastante modesta. Cualquier sospecha de un aumento repentino en los precios del gas, o una venta masiva más grave en el mercado de valores, podría persuadirlo.
Mientras tanto, la mejor opción para los tres países atacados por Trump podría ser simplemente esperar y ver cuál será el impacto real de las tarifas. Los modelos económicos durante el primer mandato de Trump sugirieron que la represalia de Canadá a las tarifas de Trump podría empeorar el daño a la economía canadiense. Las empresas han hecho cosas extraordinarias en las últimas décadas para mantener las cadenas de suministro en marcha a pesar de las restricciones. Sería prematuro descartar su capacidad para enfrentar también estas tarifas.