La elección de Trump no tiene por qué ser perjudicial para México
El autor es Fundador, presidente ejecutivo y codirector de inversiones de Fisher Investments.
Tras la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, los analistas no han cesado de hablar sobre sus temores. Para muchos, su doctrina del “America first” y su política arancelaria es tóxica para el comercio y condena a la Bolsa Mexicana a más caídas. Que no cunda el pánico. A pesar de que los mercados mexicanos se han resentido de la incertidumbre política que ha reinado durante todo el año, hay motivos para desconfiar de las advertencias de los más pesimistas. Se lo explico a continuación.
La reacción inicial del mercado ha aclarado algunas interrogantes. Es habitual esperar caídas tras las elecciones a causa de ideas preconcebidas sobre el vencedor. Sin embargo, las acciones normalmente repuntan tras los comicios, con independencia de quién sea el vencedor. El S&P 500 estadounidense ha subido hasta el final del año en dos terceras partes de las 24 elecciones celebradas desde 1925. Salvo en las cinco ocasiones en que tuvieron lugar durante mercados bajistas prolongados, la renta variable avanzó en 16 de esos 19 intervalos (el 84 por cientode las ocasiones) con una rentabilidad media del 3.6 por ciento (en dólares).
¿Cómo es posible? Para la renta variable, la política es solo un factor que ayuda a evaluar las tendencias de incertidumbre. Como ya comenté en septiembre, la aplastante victoria electoral de Morena hizo temer grandes cambios, con el consiguiente aumento de la incertidumbre, lo cual explicaría por qué la BMV caía mientras subían los valores estadounidenses. Con todo, esos factores políticos ya son agua pasada, así que el panorama debería despejarse.
En aquella columna también demostré que las acciones estadounidenses suelen escalar en los últimos compases de los años electorales, a medida que las dudas se disipan. Esta tendencia ya se ha confirmado y continúa actualmente.
El segundo mandato de Trump está a punto de comenzar y, si bien la mayoría de los republicanos en el Congreso es exigua, no habrá bloqueo político. Este factor alcista abonaría el terreno para las alzas, pero una mayoría ínfima es lo más cercano a un bloqueo, por ello, la incertidumbre está disminuyendo.
Aun así, los pesimistas insisten en que las acciones se acercan peligrosamente al precipicio, convencidos de que las políticas trumpistas son negativas para las economías. Al parecer, han olvidado que ya habían utilizado los mismos argumentos.
En 2016 dijeron lo mismo. En ese momento, Trump asumió el cargo abogando por aranceles para los productos chinos y mexicanos (vinculados a la migración), así como el abandono de las conversaciones del Acuerdo de Asociación Transpacífico y la ruptura del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés).
¿Qué pasó al final? En los ocho días posteriores a los sufragios, la BMV cayó un 8.2 por ciento, tras lo cual inició una racha positiva hasta el final del año, que continuó en 2017 con una revalorización del 10.5 por ciento adicional. Por su parte, la renta variable mundial registró alzas tras la votación de 2016 y prosiguió su escalada en 2017. En ese período de tiempo, la bolsa mexicana fue a la zaga de la renta variable estadounidense, pero, en términos generales, las subidas estuvieron lideradas por mercados ajenos al estadounidense.
¿Cómo es posible? Debido a los temores generalizados ante el proteccionismo. Sin embargo, Trump usó esto a su favor para firmar nuevos acuerdos. Es cierto que dio carpetazo a las negociaciones del Acuerdo de Asociación Transpacífico, pero logró mejorar el NAFTA ligeramente. Asimismo, alcanzó un acuerdo con China e incluso cerró un pacto migratorio con México. Ni siquiera los aranceles resultaron especialmente lesivos. De hecho, la deslocalización de la producción de algunas empresas a México brindó una sorpresa alcista.
Muchos creen que ahora que Trump anuncia a bombo y platillo aranceles del 10 por ciento a todas las importaciones, la cosa será diferente. Sin embargo, la ley solo permite a los presidentes imponer estas cargas de forma unilateral en situaciones de seguridad nacional o de manipulación de divisas. Un arancel global, pues, resulta difícil de conciliar con esa restricción, por lo que cualquier intento en ese sentido seguramente se enfrentará a un sinfín de demandas.
De este modo, aprobar cualquier ley tan controvertida en un Congreso dividido será casi imposible.
Fíjese en lo sucedido en los dos últimos años: los republicanos destituyeron a su líder de la Cámara de Representantes a mitad de mandato, les costó ponerse de acuerdo sobre un sucesor y legislaron poco. 2025 se presenta igual de complicado.
No dé por hecho que el proteccionismo es el objetivo de Trump porque podría buscar un nuevo Acuerdo de Asociación Transpacífico, o un acuerdo comercial con la UE, o cualquier otra alternativa. Ignoro qué se le está pasando por la cabeza, pero lo sucedido en 2016 demuestra que no es ningún disparate.
No deje que el temor de los expertos a los aranceles influya en sus previsiones. En las mías, que podrá leer en enero, no lo hará.