Nuevo golpe de autoridad de Sánchez para tapar su debilidad
A diferencia de anteriores congresos en los que Pedro Sánchez desgranó paulatinamente los nombres de su Ejecutiva, una suerte de cuentagotas para ir manteniendo el pulso informativo, en el 41º Congreso Federal de Sevilla la nueva dirección socialista se hace esperar. El pulso no existe y el PSOE contiene la respiración ante una nueva avalancha de polémicas que sepulte cualquier opción de alternativa política. La expectativa, como la ambición en los debates, se ha ido diluyendo a medida que se acercaba la cita. El líder socialista tenía en mente una «renovación profunda», que su nueva dirección fuera un revulsivo para los tres años que quedan de legislatura y para preparar el asalto al poder territorial perdido en 2023, pero ya nadie espera grandes sorpresas. La incertidumbre es total sobre los posibles cambios que pueda introducir y en los corrillos socialistas todos se aventuran a hacer predicciones, «aunque conociendo a Pedro, lo más seguro es que todas fallen», apunta un dirigente socialista. «Será lo que diga Sánchez, sin discusión. No caben contrapesos ni hacer cábalas», tercia otro.
El presidente del Gobierno no comparte este tipo de decisiones con nadie, solo llama para dar la noticia y el margen para negarte es poco o ninguno. «Estaremos donde el secretario general quiera», señala otro cargo con resignación. El congreso se celebra en un contexto de profunda inestabilidad. En plena tormenta judicial que pone el corazón en un puño a la militancia socialista y que ha conseguido minar la moral de las bases. Desde Ábalos y Koldo hasta al hermano del presidente, pasando por su mujer Begoña, Aldama, los estertores de Juan Lobato o el caso del fiscal general del Estado. Estos dos últimos casos ligados ante notario inauguran el 41º Congreso, no en Sevilla, sino en la sede del Tribunal Supremo, ante el juez Ángel Luis Hurtado.
El cónclave socialista será inaugurado esta mañana por María Jesús Montero, Santos Cerdán y Juan Espadas, que asumirá la Presidencia del congreso como anfitrión. El secretario general tiene garantizada una cómoda mayoría y se descarta un escenario de confrontación, porque «todo llega muy negociado» para evitar imagen de lío interno e incluso en las federaciones más díscolas tiene sólidos apoyos, por lo que tiene las manos libres para confeccionar una Ejecutiva a su imagen y semejanza. La batalla no se dará ahora, todos lo saben, esta llegará en los congresos regionales que se sucederán en cascada a partir del 1 de diciembre.
A la espera del nuevo golpe de autoridad, en círculos socialistas se da por seguro que Sánchez reforzará su núcleo duro con el ascenso de Óscar Puente. El ministro de Transportes, que ha exhibido un renovado perfil durante la DANA, es un actor en auge y está por ver si vuelve a reproducirse la fórmula de acumulación de poder de José Luis Ábalos o, antes, Pepe Blanco. Paco Salazar, un superviviente sanchista de primera hornada, sigue en su entorno en Moncloa y ejerciendo, además, de puente con el partido, después de que la irrupción de Diego Rubio como jefe de Gabinete –en sustitución de Óscar López– soltara amarras con Ferraz. Ahora le corresponde a él mantener engrasada la correa de transmisión partido-Gobierno. Pilar Alegría sigue en compás de espera en Aragón y en su federación aseguran que «solo se presentará si tiene opciones de ganar». Si no hay agua en la piscina, acumulará más poder en la Ejecutiva. Actualmente, es una mera vocal.
El cambio que se da por seguro, según fuentes consultadas por LA RAZÓN, es la portavocía del partido. Esther Peña no repetirá. Sánchez se verá obligado a cambiar la cara de la formación, quien debe darla cada lunes desde la sede federal, porque la actual no tiene «suficiente colmillo político». «No tira». Los mensajes no llegan y «se necesita más ‘‘punch’’» para ir contra el PP, dicen en el PSOE, en un momento de máxima debilidad en la legislatura. Enma López, concejal del Ayuntamiento de Madrid, es la mejor posicionada para sucederla. De hecho, ya ha estado ejerciendo como portavoz del comité organizador del 41º Congreso Federal, relegando, en la práctica, a Peña, que lleva un mes sin comparecer desde Ferraz. Enma López es, en realidad, el nombre comodín, porque también ha sonado en las quinielas para asumir la candidatura en la Comunidad de Madrid, en caso de que el salto de Óscar López se frustre, si quedara salpicado por las filtraciones de los correos del novio de Isabel Díaz Ayuso a Juan Lobato. Fue su jefa de Gabinete la que intercambió los mensajes bajo notario. Quien también se postula para el enésimo retorno es Antonio Hernando, que tras salir del núcleo duro de Moncloa, como secretario de Estado de Telecomunicaciones, podría volver a reintegrarse oficialmente en el del PSOE.
Nadie duda de que Santos Cerdán, María Jesús Montero, Félix Bolaños y el propio Óscar López seguirán en puestos de responsabilidad trabajando codo con codo con Francesc Vallès, Diego Rubio y Javier Izquierdo en el equipo del Palacio de la Moncloa. La clave será si mantienen sus cargos o si se ven relegados de algún modo. Tanto Montero como Cerdán integran la guardia pretoriana de Sánchez, a ellos tiene encomendadas las negociaciones más controvertidas, desde Suiza a los Presupuestos de los que pende la legislatura, pero hay voces que apuntan a un desgaste progresivo de ambos. Otras, les ven blindados. En este congreso también se despejará el horizonte de algunas federaciones como Murcia, Cantabria, Aragón, Comunidad de Madrid, Extremadura, Castilla y León y La Rioja, sin olvidar Andalucía, donde se están produciendo movimientos contra Juan Espadas, pero todavía sin armar una candidatura alternativa. Si Sánchez decide dar un papel a Espadas en la nueva Ejecutiva, más allá de su portavocía en el Senado, se abre un nuevo escenario en el socialismo andaluz sin opciones de alternativa frente a Juanma Moreno.
El debate congresual de las ideas ha quedado totalmente eclipsado por el ruido externo de escándalos judiciales. No se esperan sorpresas, porque el meollo del debate y la cuestión más controvertida, la financiación singular, se ha plasmado de forma muy genérica, casi diluida, en la ponencia marco para evitar distorsiones. Por un lado, una confrontación abierta en el seno del PSOE, más allá de los críticos habituales. Por otro, para no interferir en otro proceso congresual que se celebra en paralelo: la votación de ERC del sábado en la que elige a su nuevo líder. Así se evita añadir cualquier interferencia que ponga en tela de juicio los acuerdos con Junts que el presidente catalán, Salvador Illa, apuntó como inminentes en el pleno del Parlament de esta semana.