Se han cumplido ya más de dos meses de la lesión de
Ter Stegen. A los diez días, el
Barça incorporó a un portero. No podía ser que, tras
Iñaki Peña, no hubiera ningún portero con experiencia. Y llegó
Wojicech Szczesny. Ahora, después de entrenarse cada día desde el 2 de octubre, ya es lo de menos que el veterano polaco estuviera retirado y viviendo la “dolce vita” en Marbella. Ya es uno más y, por bueno que sea, debe debutar más pronto que tarde. Tiene que tomarle las medidas a Montjuïc, saber a qué altura le pueden deslumbrar los focos y empezar a tener automatismos que nunca son iguales en un partido que en un entreno. Acertar cuando dársela a
Koundé, cuando a
Casadó que viene de cara, cuando echarla en largo a su compatriota
Lewandowski… Bajo palos es y seguirá siendo una garantía pero, para jugarla con el pie, no es lo mismo el Barça que la Juventus. Ahora que
Iñaki Peña se ha afianzado totalmente, que da seguridad a los compañeros y a la afición, ahora que ha salvado puntos en la Liga, que fue héroe en el
Bernábeu y que ya ni la prensa duda de él, quizá ha llegado el momento de darle un partido a
Sczcesny para tomar las medidas al Barça, a la Liga e incluso a los árbitros. Sin duda que un partido en casa, ante Las Palmas, sería una buena ocasión para hacerle debutar. Así lo tendrían a punto para cualquier circunstancia. Lo que no se entendería es que a un cancerbero de su prestigio, que está haciendo su último baile en el
Barça, se le mandase debutar en un campo pequeño, de segunda B, de césped artificial y botes irregulares, en un frío partido de Copa. No sería un menosprecio, pero sí sería llevarlo al matadero. Cuanto antes se desentumezca, mejor.
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