Recargado Trump, por Ramiro Escobar
En su ruta para ocupar nuevamente la Casa Blanca, Donald Trump está cumpliendo los peores pronósticos que había sobre él: ya ha amenazado con más aranceles a México y Canadá; ha puesto a duros, durísimos, a cargo de la inmigración; a obstruccionistas climáticos a cargo de las políticas ambientales; y a devotos del garrote en el plano de la política exterior.
La mayoría son sus incondicionales, además, con lo que quiere asegurarse de que —esta vez sí— hará realidad el ‘Make America great again’, aunque eso cueste broncas globales y provoque tragedias personales y sociales. Su promesa de acabar con los conflictos de Gaza y Ucrania, por ejemplo, contiene ingredientes peligrosos, y acaso inflamables.
La lógica de Trump en estos frentes bélicos, si nos guiamos por sus declaraciones e insinuaciones, consistirá en darle la victoria al más fuerte. Dada su simpatía por Putin, lo que se vendría es una presión para que el pobre Zelenski acepte, sí o sí, los hechos consumados de perder no solo Crimea sino también otros territorios tomados por Rusia.
En Oriente Medio, procurará consolidar los Acuerdos de Abraham, que invitan a los países árabes a establecer relaciones con Israel a cambio de apoyo político y económico norteamericano, aunque a costa de dejar los reclamos de Palestina en el olvido. Listo, con eso supuestamente se acaba el tumulto y todos felices en Tierra Santa y alrededores.
Una suerte de Pax Americana camuflada bajo el viejo y cansado truco de que se quiere la paz, siempre que los más fuertes se impongan. Marruecos, Sudán, los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin ya entraron a los ‘Acuerdos’. Pero no va a ser fácil que las sociedades árabes acepten tal camino, e incluso que otras potencias mundiales lo vean con beneplácito.
Trump, por añadidura, empoderará más a la derecha extrema, que como él niega el cambio climático, justo cuando la crisis ambiental global arrecia. Uno tiene derecho a preguntarse si todo esto es una pesadilla pasajera, un delirio extraterrestre de Elon Musk o simplemente un momento más de locura humana, tras el cual volverá una mínima lucidez.