María, Hugo, Francisco y Óscar podían haber pasado en Toledo el soleado fin de semana, pero han preferido invertir su tiempo y su dinero en ayudar en Valencia a los damnificados de la DANA . Tres semanas después de estar limpiando pueblos, han regresado con el mismo espíritu solidario y también con una ayuda económica de 1.000 euros para material escolar y deportivo: balones de fútbol sala y baloncesto, combas y hasta cuadernos. A María, con 18 años, no le ha parado siquiera el examen de Fisiología del lunes. Estudia Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en el campus de Toledo, como sus tres compañeros de expedición, y Fisiología es una de las asignaturas duras. Pero pueden más las ganas de echar una mano . Ella es la benjamina. Por delante, Hugo, con 22 años, y Francisco, con 23. Los tres cuentan con la experiencia vital de los 50 tacos de Óscar Martín, que cierra el grupo. Atleta toledano retirado, fue campeón de España de maratón en 2007 y está en el cuarto curso de Ciencias del Deporte. Los cuatro estuvieron este viernes con 700 escolares en el colegio público valenciano Ciudad de Cremona, en Alacuás, a 400 kilómetros de Toledo. En colaboración con profesores del centro, jugaron por turnos con los estudiantes, muchos de Aldaya. En este pueblo vecino, su colegio público Platero y Yo está muy dañado y perdieron todo lo que había dentro. Por eso, los primeros 1.000 euros recaudados han ido para ellos. Reunir esa cantidad ha sido posible gracias a un proyecto solidario que Hugo ha puesto en marcha con el Club Deportivo Chañe, el municipio segoviano de este universitario, con el que comprarán material para todos los colegios valencianos que participen. El dinero con el que han adquirido la primera remesa procede de fondos europeos, de la Diputación de Segovia y del ayuntamiento de su pueblo. También han colaborado la Facultad de Ciencias del Deporte, con balones, y la Asamblea Nacional de Estudiantes de las Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de España (Anecafyde). «Con 300 euros, que es mucho», puntualiza Hugo, cuyo proyecto tiene una vigencia para todo el curso escolar «aunque, si es necesario el siguiente, también». Los cuatro universitarios también se calzaron la botas y el mono para ayudar a una familia numerosa de Alfafar, a once kilómetros. Fueron a su casa y no a otra porque un conocido de Hugo le habló de ellos. Los padres y sus tres niños, que lo «han perdido todo» , viven ahora en una sola habitación de su casa, de una planta, después de la terrible experiencia del 29 de octubre: «Para salvar la vida, tuvieron que coger una escalera, subir al tejado y quedarse hasta el día siguiente». María, Hugo, Francisco y Óscar dedicaron la jornada sabatina a pintar la casa y trasladar muebles. «La familia está muy agradecida a los voluntarios. Dicen que no hubiera sido posible sin ellos». Hugo se queda con esto. Él y sus tres compañeros de expedición regresarán a Toledo este domingo con la satisfacción de haber ayudado al necesitado. Pero el chaval se irá otra vez sin conocer cómo se almuerza en Valencia. Seguro que habrá una tercera ocasión.
