Día Mundial de la Discapacidad
Pasó un año y ocho meses desde que estuve en Córdoba junto a mi amiga autista, empresaria y activista por los derechos de las personas autistas, María del Carmen Gironzi. Fuimos invitadas a las Primeras Jornadas Federales de Autismo, organizadas por padres CEA Córdoba, cuando recibí un WhatsApp de otra querida activista que me preguntaba: "¿Qué crees que le aportas al mundo desde tu diferencia?".
Si la memoria no me falla, respondí: "Esperanza". Ahora, conmemorando el 3 de diciembre -declarado por la ONU en 1992 como el Día Internacional de las Personas con Discapacidad-, agregaría a aquella respuesta: esperanza de que seamos escuchados y así empoderarnos de nuestros derechos humanos.
Tengo esperanza de aportar mi grano de arena; contribuir al respeto y la comprensión entre las personas, promoviendo el autoconocimiento, el entendimiento y la aceptación de las diferencias. Y, sobre todo, para facilitar el acceso a nuestros derechos.
Recientemente, escuché a alguien decir que el autismo es un tema de nicho, que sólo interesa a quienes lo viven o tienen un vínculo cercano. Esta afirmación me llevó a reflexionar sobre la realidad de las personas neurodiversas en este contexto donde la indiferencia parece prevalecer. La falta de interés general sobre un tema no lo hace ni correcto ni incorrecto, simplemente lo relega a la invisibilidad.
Cuando las personas hablan sobre autismo, muchas veces desconocen que están frente a una persona autista, como yo. La gente suele hablar con liviandad, ignorando que contribuyen a la desinformación. Hoy en día, en plataformas como TikTok o YouTube, es fácil encontrar contenido al respecto de fuentes poco confiables, las cuales no reflejan la realidad de ser autista.
Este año, entre los comentarios más dañinos que escuché, hubo quien dijo que las personas autistas debían ser "encerradas como los drogadictos". Otros opinaban que no deberíamos poder obtener un título universitario o terciario porque no estamos "a la altura de las expectativas laborales", o que las personas autistas son violentas. Incluso hay quienes sostienen que es contagioso o que el autismo es causado por parásitos en el intestino y, por lo tanto, tiene cura.
Afortunadamente, gracias a la educación y a las personas que me han formado, puedo estar lo suficientemente informada y preparada para abordar este tipo de comentarios. Pero, me pregunto, ¿qué pasa con aquellos autistas que no tienen las mismas herramientas? ¿y con las familias que aún buscan respuestas?
Este año también recibí comentarios del tipo "los Asperger son inteligentes", o que no soy como los autistas de las películas y que a mí no se me nota. A pesar de estar acostumbrada a este tipo de referencias, me hicieron pensar en cómo los medios masivos y los estereotipos perpetúan una imagen distorsionada del autismo.
En general, los personajes autistas en las películas son retratados con comportamientos exagerados, un lenguaje peculiar y características fácilmente identificables. Estos estereotipos generan expectativas irreales sobre cómo deberíamos ser las personas autistas. Cuando alguien no encaja en ese molde, se nos niega cierto reconocimiento de nuestra individualidad.
En lugar de aceptación, se nos consuela con la idea de que pasar desapercibido es una suerte, perpetuando la noción negativa del autismo y socavando nuestra identidad.
Los prejuicios sociales traen aparejadas consecuencias graves. Muchas personas autistas no tienen acceso a la educación, enfrentan bullying en la adolescencia y, en la adultez, son discriminadas en el mercado laboral. A nivel mundial, el 80% de la comunidad autista está desempleada.
A pesar de todo, muchos seguimos en la lucha desde donde podemos, tratando de cambiar las creencias erróneas sobre el autismo. Cuando digo que las personas con algún tipo de discapacidad seguimos luchando, lo hago desde un lugar de resistencia. La vida de muchos de nosotros no es fácil, pero tenemos el derecho a ser tratados con respeto, a vivir sin ser estigmatizados y a acceder a los mismos derechos humanos que cualquier otra persona.
A fin de cuentas, aunque la discapacidad no sea un tema de interés general para la sociedad, sigue siendo un tema crucial para quienes vivimos con ella. No estamos enfermos, ni trastornados, simplemente somos personas con una condición diversa. ¿Quién no es diferente al otro?
Por esto, cuanto más difícil se torne mi camino, más desolada y más incomprendida me sienta, más fortaleza tendrá mi espíritu para seguir adelante, para inspirar y dar esperanza a cualquier persona neurodiversa o con cualquier otra discapacidad. Informar, levantar voces, ser auténticos y, sobre todo, no rendirnos. Luchar por nosotros. Aún estamos aquí y seguimos de pie. Cada derecho humano también es nuestro; cada espacio en la sociedad nos concierne.
Tal vez no llegue a ver el día en que un niño con discapacidad entre al sistema escolar y sea tratado con el mismo respeto que cualquier otro. Tal vez no vea el momento en que la adolescencia deje de ser una zona de abismo; o cuando el mundo laboral nos reconozca. Capaz no pueda ser testigo de una era en la que alguien, al mirar a una persona con discapacidad a los ojos, le diga: "Yo te amo tal como sos". Quizás no llegue a ver el día en que la vejez no se vea ensombrecida por el estrés, la ansiedad, la depresión y la pobreza, consecuencias de las privaciones sufridas en la sociedad actual. Pero sigo luchando por las generaciones venideras.
Mi última reflexión es simple: practiquemos la tolerancia hacia quienes nos rodean, reconociéndolos simplemente como personas, sin importar si tienen una discapacidad o no. Si logramos trascender nuestras diferencias, podremos construir un camino con menos injusticia y ser un apoyo para quienes más lo necesitan.
Por todo esto, es crucial informar y educar sobre la discapacidad, el autismo, la neurodiversidad y la discriminación en todas sus formas. Estamos hablando de personas libres que reclaman y levantan hoy más que nunca la bandera de los derechos humanos para todos, sin importar su condición. A pesar del olvido, el maltrato y el aislamiento, seguimos firmes en esta batalla, con amor, para tender puentes entre las personas.
Cuando las palabras no están, que hablen las acciones. Como dijo Martin Luther King Jr.: "Siempre es el momento apropiado para hacer lo que es correcto".